María Tenorio
Por curiosidad abrí, hace pocos días, la autobiografía de un excomandante guerrillero en el estante de una librería capitalina. No pude leer ni el primer párrafo de un capítulo al que llegué por azar. Mi rechazo vino del encuentro con el típico discurso ideológico trasnochado sobre la guerra civil. Donde esperaba encontrar una narración hallé sociología mal escrita. Me dio tristeza y rabia. Para entonces ya había caído en mis manos la novela de Róger Lindo. Cuando comencé a leerla desconocía de qué iba: su título, El perro en la niebla (Bilbao, Verbigracia, 2006), no me ofrecía pistas. Aquí les cuento por qué seguí leyéndola hasta dar cuenta y disfrutar de sus 233 páginas.
En el libro de Lindo me encontré con un joven sansalvadoreño de clase media que se involucra con el movimiento obrero y termina convirtiéndose en guerrillero, yéndose a la montaña. Un ejemplo de novela de formación, es decir, una sucesión de pruebas que hacen ser y crecer a un personaje literario. Guille, el protagonista, narra en primera persona una serie de aventuras que adultecen su mundo recién salido de la adolescencia: el amor, el trabajo, el compromiso político y la lucha armada, remojados en sobrias dosis de sexo, trago, "mota" y sangre.
El lenguaje de aquel otro libro que les contaba, cuyo título ni siquiera recuerdo, está ausente en la novela de Lindo. La virtud de esta es que escapa de los clichés con los que muchos siguen hablando de la guerra civil. El lenguaje de El perro en la niebla es narrativo y literario en el buen sentido de la palabra. Como dice Jacinta Escudos: "hay algo en su manera de contar que resulta muy efectivo y es la ausencia total del discurso ideológico. Guille no trata de explicarnos por qué se convierte en militante ni convencernos de que lo que hace es lo correcto o de que 'su lado' de las cosas es el bueno". En esta novela los acontecimientos nunca son tratados como eventos externos y distantes, que merecen explicaciones totalizantes o académicas. Todo lo contrario. Son contados desde ese personaje que recuerda lo vivido desde la intimidad.
Con pequeños descansos en la casa de su madre, en los brazos de Ana Gladys o bajo el cielo abierto de la montaña, Guille --o Pablo, como se conocerá en la guerrilla-- supera los obstáculos que se le presentan en su día a día. Su viaje narrativo inicia y se desarrolla en su mayor parte, con un par de zapatos bien lustrados, en las calles de San Salvador. A medida que pasan las páginas, la ciudad que comparto con el narrador/activista revolucionario se torna inhóspita; un lugar ruidoso donde nadie tiene paz. A muchos expulsa al exilio laboral en el norte. A Pablo lo manda a las montañas, donde extraña no solo la pasta de zapatos, sino también las sorbeterías y las salas de cine adonde solía ir "para matar el tiempo con espejismos queridos". Ahí se convierte en guerrillero, con su "fierro" al hombro y un par de libros en la mochila. El relato termina con una misión en el norte, en Hollywood, destino de migrantes salvadoreños y también de actores españoles.
El perro en la niebla, explica su autor, "es esencialmente una obra de imaginación, aunque esta discurre sobre los carriles del pasado y la experiencia vivida". Escrita entre Quezaltenango, Guatemala, y Los Ángeles, California, la novela de Lindo, lamentablemente, no llega aun --tras casi año y medio de haber sido publicada en Bilbao, España-- a las librerías sansalvadoreñas.
La novela
Descargue los primeros cinco capítulos de la novela
Reseñas
De Jacinta Escudos, en Jacintario
De Alberto Barrera, en Diario Colatino
Gracias por incluir el enlace a mi comentario.
ResponderEliminarEn verdad, esta novela me parece una joyita. Ojalá que la editorial que lo publicó haga un esfuerzo por distribuirlo en El Salvador para que más gente lo pueda leer.