miércoles, marzo 31, 2010

Poetas jóvenes salvadoreños


Miguel Huezo Mixco

Vladimir Amaya ha reunido en un solo libro a 34 poetas nacidos a partir de 1980. Ninguno de los seleccionados pasa de los 30 años de edad. El libro se titula “Una madrugada del siglo XXI” y pretende ser la expresión de una nueva generación de poetas. De la lectura de este volumen concluyo que la estética literaria del último medio siglo sigue gozando de buena salud.

Amaya, poeta él mismo, leyó la obra de sus contemporáneos que fue encontrando en libros y, sobre todo, en publicaciones electrónicas. Hizo la selección, el prólogo y las notas sobre cada uno de los incluidos. Como no encontró una editorial interesada, se decidió a publicar el libro con sus propios recursos.

Habrá quienes no estén de acuerdo con la lista (un poco extensa), el tamaño de la muestra de cada uno de los seleccionados y la calidad de los versos incluidos, o hasta con el contenido de su prólogo. Pero el libro es, sin duda, una campanada.

Amaya sostiene que a comienzos del siglo XXI en El Salvador apareció una “generación precoz” de poetas, en un contexto muy diferente al que se vivió durante la mayor parte del siglo pasado, pues el fin de la guerra civil permitió el disfrute de libertades públicas, lo que a su vez propició una explosión de grupos y talleres literarios.

Para Amaya, esta generación ha roto el "círculo vicioso" de sus predecesores, profundizado en lo erótico y lo social, con un sesgo hacia el romanticismo. Aunque, dice, la atmósfera de violencia que vive el país también ha impactado la sensibilidad de estos nuevos poetas. “Esta generación abre de nuevo la esperanza, trae consigo un panorama alentador, y en este país eso ya es mucho”, concluye.

Al igual que todas las generaciones o grupos que le antecedieron, esta generación XXI surge con una convicción de renovación y originalidad. Aceptemos humildemente, sin embargo, que no hay nada nuevo bajo el sol. Como suele decirse, todo hablante (o escritor) está en deuda con su entorno y su historia. Esto configura un canon de modelos (nacionales y extranjeros) del cual no es fácil despegarse sin arrancarse un poco la piel. El Salvador no es la excepción. Como la pobreza y la exclusión, las manías literarias también pasan de generación en generación.

Veamos unos pocos ejemplos. Cuando Tomás Andreu (uno de los incluidos), dice: “escribí incólume el nombre de mi país/ con la tinta de mis heces”, estos versos parecen sacado del entorno del poeta Mauricio Marquina (1945). Como también “Mi rosa”, un soneto de Alberto López Serrano, podría provenir del jardín de nuestro recordado Rolando Elías (1940), el “poeta de la rosa”.

Cuando Amaya anota la vena “nerudiana” de Efraín Caravantes, no hace sino repetir un dilema (nerudianos versus vallejianos) que sigue siendo causa de debate en tertulias de adultos mayores. De igual manera, pretérita es su polémica con nuestro “paisano inevitable”, Roque Dalton. Sentencia: “En esta generación, Roque está y no está”… (Como en la mía, si acaso la tuve, agrego en voz baja).

Nada de lo dicho, desde luego, debe desanimar a nadie para intentar romper con nuestras maldiciones heredadas. En el libro hay suficiente talento visible como para enfrentar ese desafío. Con esto, además de celebrar la irrupción de esta generación XXI, solo quiero decir --si se me permite el lirismo-- que el alba, siendo la misma, siempre es nueva.

Publicado en La Prensa Gráfica, 1 de abril de 2010

Imagen: Arthur Rimbaud

miércoles, marzo 17, 2010

Mujeres en el camino

Miguel Huezo Mixco

Antes que el índice Dow Jones y las estadísticas de empleo, los migrantes lo han advertido: la economía de los Estados Unidos se está recuperando. Lentamente, sí. Pero las redes de parientes y amigos han dado la voz y el flujo de centroamericanos hacia el norte ha recomenzado.

El sacerdote Alejandro Solalinde, que mantiene la Casa "Hermanos del camino", en Ixtepec, Oaxaca, es uno de los observadores "privilegiados" de este renovado flujo. Advirtió hace unos días a través del periódico El Universal que no solo ha crecido el número de migrantes, sino también el número de asaltos y secuestros.

Esa es una de las zonas más peligrosas del mundo. Nos lo hicieron saber reporteros como Francisco Ayala Silva y el colectivo Meridiano 89, cuyo equipo fue, en 2004, uno de los primeros en filmar y difundir la travesía de los migrantes a lomos del tren. Los periódicos y televisoras también mandaron reporteros y cámaras. Luego, vinieron documentales, como el de Uli Stelzner ("Asalto al sueño", 2006).

Aquella fue toda una ola de atención a la pesadilla de los centroamericanos cruzando la frontera sur de México, rumbo a Estados Unidos. Sin embargo, por las razones que sean, los medios de comunicación salvadoreños han dado marcha atrás y desde hace unos años "cubren" la saga migratoria principalmente a través de los cables internacionales.

Una notable excepción a esa norma ha sido el proyecto "En el camino", del semanario digital El Faro y RUIDO Photo (Asociación de Fotoperiodismo Autónomo de Barcelona), integrado por un grupo de reporteros que durante 2009 viajaron y reportaron al lado de los migrantes.

Hace unas semanas, en el marco del primer Foro Centroamericano de Periodismo, Marcela Zamora, una de las integrantes del grupo, ofreció un adelanto de su documental "Mujeres en el camino", resultado de su trabajo en la ruta migratoria. Marcela acaba de graduarse de la escuela de cine de San Antonio de los Baños, Cuba. "Mujeres en el camino" es su primera producción.

El documental presenta los desgarradores testimonios de mujeres centroamericanas que enfrentan todo tipo de peligros en su ruta al norte. También se acerca a la experiencia y los riesgos que corren personas que apoyan a los migrantes, como "las patronas", un grupo de mujeres del poblado La Patrona, de Veracruz. Su desinteresada labor, que ha sido plasmada en el documental "De nadie" (2005), consiste en hacer el milagro de entregar agua y comida a los migrantes que viajan en el tren.

Marcela Zamora corrió innumerables riesgos para hacer este documental. Ahora viene para ella una etapa no menos difícil: armar con ese material una estructura, un discurso y un hilo conductor coherente que le den realce al tremendo valor testimonial que posee su trabajo. En ese otro camino, Marcela deberá cortar y desechar, como hacen el sastre, el poeta o el jardinero. Este es no solo un principio creativo sino también un ejercicio que le abre las puertas a la innovación.

El trabajo de Marcela ha ganando numerosos elogios, sin duda bien merecidos. Primero, porque ha venido a contradecir la opinión dominante entre académicos y políticos, de que la migración es un asunto de hombres. Las mujeres migran también en una proporción similar a la de los hombres. Esto también significa que tras ellas quedan hogares todavía más fracturados. En segundo lugar, porque ayudará a llamar la atención sobre los derechos humanos de los migrantes. Este es un aspecto demasiado olvidado en un país donde parecen importar más los vaivenes financieros de las remesas que la vida de quienes las envían.

(Publicado en La Prensa Gráfica, 18 marzo 2010)

Ilustración: Skunk train, por Steven Noble

Pobres, mujeres, protagonistas

María Tenorio

Después de ver el documental de Marcela Zamora, Mujeres en el camino (2010), sentí tristeza. Las protagonistas de su video, viajeras en busca de oportunidades en el norte, claman por ayuda desde su posición de víctimas de múltiples violencias. Son presentadas una y otra vez bañadas en lágrimas narrando frente a cámaras sus padecimientos en la ruta del migrante. Esas sufridas mujeres en el camino me recordaron a los indígenas de la Brevísima relación de la destrucción de las indias (1552) de Fray Bartolomé de Las Casas, que ha indignado a millares de lectores por varios siglos.

La estrategia de representación desplegada por Zamora, de manera semejante a la de Las Casas, ha demostrado ser efectiva para conmover. El documental transmite de forma clara mensajes de denuncia que ponen el dedo en la llaga social. ¿Cómo dejamos que tanta injusticia y tanta violencia ocurran frente a nuestras narices?

Ahora bien, quiero señalar una debilidad que conlleva ese tipo de representaciones de la "otredad". Permítanme antes referirme al tecnicismo. La otredad es la calidad de ser otro. Se emplea para referirse a quienes viven en una esfera distinta de quien emite (o recibe) un mensaje. Un ejemplo de otredad por excelencia es la de los indígenas que encontraron los españoles cuando "descubrieron", conquistaron y colonizaron este continente. En ese sentido, las migrantes del documental de Zamora caben en la categoría.

Ese tipo de representaciones, decía, tiene un lado flaco, en tanto captura al otro en su papel pasivo, sufriente, dejando en suspenso el poder que tiene para actuar y liberarse de su condición. Eso ocurre en Las Casas donde los indígenas son representados como víctimas (de los españoles malos) que, atrapados en las redes de su propia incapacidad para regir sus vidas, solo pueden convertirse en protegidos (de los españoles buenos).

El filme de Zamora, a mi juicio, despliega una estrategia semejante de construcción de la otredad victimizada, en particular en las personajes migrantes. La madre de la migrante desaparecida y las dos migrantes que dejan a sus hijos en El Salvador serían ejemplos de ello. Si bien es cierto que, al principio del filme, son presentadas como dueñas de su existencia que persiguen sus propios objetivos, a medida que transcurre la narración y las secuencias de llanto se vuelven frecuentes, su capacidad de actuar va siendo minada por "el camino".

No me cabe duda de que el documental de Marcela Zamora es conmovedor, sin embargo abusa de las escenas de lágrimas restando fuerza al carácter de esas mujeres luchadoras que se aventuran en la ruta hacia el norte.

Enlace al blog del documental Mujeres en el camino

Ilustración: Grabado de Theodore de Bry (siglo XV) que ilustró la Brevísima de Las Casas

El hombre es un gran faisán

El hombre es un gran faisán en el mundo, de Herta Müller
Ediciones Siruela, 2a. edición, Madrid, 2009
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La historia transcurre en un pequeño pueblo de Rumania. Es un pueblo herido. Sus habitantes intentan rehacer sus vidas después de la Segunda Guerra Mundial. Apenas lo consiguen. Los recuerdos y la pobreza son opresivos.

Müller (Premio Nobel de Literatura 2009) construye este pequeño libro a partir de breves relatos donde se van cruzando los diferentes personajes. El encuentro erótico de Windisch y Katharina en medio de las tumbas, a donde han llegado a llorar a sus muertos, es probablemente una de las mejores parábolas que he leído sobre el reencuentro del pasado y la vida (MHM).

miércoles, marzo 03, 2010

La segunda lectura

Miguel Huezo Mixco

Estuve de visita en la librería Segunda lectura, situada sobre la 2a. Avenida norte, en el centro de San Salvador. Este lugar ha sido por muchos años un obligado punto de referencia para los amantes de los libros. Don Jesús Castillo Villegas, que la ha mantenido a lo largo de toda una vida, conserva un libro de visitas donde da cuenta de los personajes públicos, intelectuales, políticos y líderes de opinión que han pasado por sus estanterías buscando libros de segunda mano.

Esa librería me procuró enormes satisfacciones. Allí obtuve por unos pocos pesos (en los tiempos en que la moneda nacional era el colón) algunos tomos de los Clásicos Jackson, una extraordinaria y hasta ahora no superada colección de obras de literatura, teatro, historia y moral, así como de biografías y correspondencia de grandes personalidades. La Jackson completa constaba de 41 volúmenes forrados en tapa dura de color verde. Fue publicada bajo la dirección editorial de un distinguido grupo de literatos, entre ellos el maestro Alfonso Reyes. (Por si a alguien le interesa, una colección de segunda mano de la Jackson ahora puede encontrarse en Internet por un precio que ronda los 300 dólares.)

Aprovechando que tuve que ir a realizar unos trámites en la alcaldía municipal, me escapé a la tienda de don Jesús. Mi sorpresa fue enorme. El local original de la tienda fue destruido por un incendio. La zona, además, se ha vuelto peligrosa. Sin embargo, alcancé a mirar muy cerca de allí el rótulo de la librería. Me sentí feliz de encontrarme con don Jesús. Pero su librería ya no es ni sombra de lo que era antes. Apenas hay libros.

La situación de Segunda lectura es otro signo elocuente de la involución cultural que está sufriendo el país. En las últimas décadas se lee cada vez menos, y hay menos libros usados en venta. (En cambio, presumo que el consumo de ansiolíticos ha tenido un crecimiento exponencial.) Antes, cuando había aprietos, la gente vendía sus libros en las "tiendas de viejos" para procurarse unos pesos. Inclusive mis padres se deshicieron de muchos de mis libros en los negocios de compra y venta de usados del parque San José, cuando tener libros en casa era razón suficiente para ir a la cárcel.

Una ciudad sin una buena librería de usados no es una ciudad de verdad. Son célebres las librerías de viejos en ciudades como México, Barcelona o Madrid. El caso se torna más grave si las existentes están dominadas, como aquí, por los best-sellers y las ventas de saldos.

Mi visita a Segunda lectura coincidió con la reorganización de mis libros. Aunque por causa de un robo, cuyos detalles no vienen al caso, mi biblioteca se redujo de manera drástica, he visto en ello la ocasión para organizar también mi vida. Todo es un constante fluir. Organizar los libros es como editar los propios textos: en ese proceso también se enmienda algo de uno mismo.

Así, después de desempolvar y recolocar mis libros en estanterías, llené varias cajas con obras que decidí no conservar y se las llevé a don Jesús. Los temas son variados: novela, poesía, teatro, arte y teoría política; pero también crítica literaria, estética, filosofía, historia antigua y nacional.

Aunque algunos están subrayados y firmados por mi propia mano (dos manías que no he conseguido superar desde mis días de estudiante), en general se encuentran en buen estado. Deseo que aquellos libros, que alguna vez fueron míos, ahora puedan llegar a nuevos lectores a través de las manos expertas de don Jesús Castillo.

(Publicado en La Prensa Gráfica, 4 marzo 2010)

Ilustración: wiki.biensimple.com

Títulos de textos aun no escritos

María Tenorio

A Pablo Ruiz Picasso se le atribuye la frase "Cuando llegue la inspiración, que me encuentre trabajando". Pues bien, muchas veces me ocurre que las ideas de textos para Talpajocote me llegan en momentos de ocio, o cuando voy en el carro, o cuando me estoy dando una ducha, o mientras converso. Las notas a continuación recogen, en pocas pinceladas, lo que podría ser un texto --un post de este blog-- y no lo fue, o no lo ha sido aun.

La casa de nadie.
El descuido impera en las áreas verdes de la casa de unos primos, solteros, oriundos del interior del país, que hace años fijaron su residencia en la capital. Una mata de San José --la flor amarilla, estilo campana-- sufre el abandono del lugar donde estos jóvenes se asentaron para continuar sus estudios a nivel universitario. Mi lectura es que sus habitantes ven esa casa como un mero sitio de paso, por ello no se preocupan por la apariencia de su exterior (como no la conozco por dentro, no puedo emitir juicio al respecto).

Toto, el internauta.
Por años se ha resistido mi padre a navegar en el ciberespacio y a entrar en el mundo de las computadoras, pero recientemente ha descubierto los encantos de guglear y explorar territorios virtuales. La semana pasada me produjo profunda emoción cuando, en mi bandeja de entrada, vi que me había respondido un correo por primera vez en la vida. Su nieta de 5 años le ha advertido que corre peligro de volverse adicto a la computadora. Sin duda este nuevo quehacer le robará algo del tiempo que siempre ha dedicado a los libros.

No más lágrimas.
Comentario al documental "Mujeres en el camino" (2010) de Marcela Zamora, que trata sobre varias migrantes en ruta hacia los Estados Unidos. El video, producido por Ruido Photo y El Faro, no ahorra expresiones ni personajes conmovedores de modo tal que la audiencia queda, al final, llorosa y muda. Como el célebre "La vida loca" de Christian Poveda, esta producción recurre solo a las voces de los personajes para narrar sus historias (quizás demasiadas). Las pantallas con texto que completan la información están llenas de pequeños errores: les falta corrección de estilo (como es mi oficio, no pude evitar ejercerlo, incluso entre las lágrimas).

Me cuesta creerle a Phyloel
. Buscando materiales en la red sobre cómo hablar en público, di con varios blogs del dr. Phyloel, un bogotano que se presenta como coach en seducción, relaciones de pareja y crecimiento personal. Además su perfil de Blogger dice que es filósofo y psicólogo. Si bien tantos títulos me llevan, de entrada, a desconfiar, debo admitir que los materiales de su blog "Proyecto Héroes" me serán de utilidad para enseñar tips básicos de oratoria en el siglo XXI.

Cuando yo sea minimalista. Equivale casi a decir, cuando me convierta en otra persona. Crecí en un entorno barroco: mi madre nunca ha dejado paredes en blanco o mesas sin manteles y decenas de adornos. Cuando monté casa propia reproduje, aunque con menor profusión, lo que vi y aprendí desde niña. Pero a veces persigo el ideal de despejar mi entorno de tanto chunche; según yo eso sería volverme minimalista. ¿Lo haré algún día? ¿Resistiré las paredes blancas, las esquinas sin mesas, los espacios vacíos?

Perfiles de Facebook
. La conocí en ambiente de oficina e ignoraba por completo sus inclinaciones maternales tan acendradas. ¿Me importa acaso saber que su hijo se pasó anoche a dormir a la cama con ella y su marido? Aunque he tenido deseos de ocultar sus publicaciones en Facebook, mis instintos voyeuristas me lo han impedido. Cuando ella comenta detalles íntimos de su familia, ¿será consciente de quienes somos sus receptores? Cada vez que posteamos algo --una foto, un enlace, un comentario en el muro-- estamos construyéndonos una imagen que puede ponernos en ridículo o contradecir lo que otros piensan sobre nosotros.

Ilustración: "La silla de Gaugin", por Vincent Van Gogh

La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina

La chica que soñaba con un cerillo y un galón de gasolina, de Stieg Larsson
Destino (Planeta Mexicana), México, 2009.
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Stieg Larsson podría haberse ahorrado varios termos de café en su escritura nocturna de esta segunda novela de la trilogía Millenium. Complica y dilata demasiado el nudo de la narración, de manera que la tensión va mermando hasta cansar al lector (a esta lectora, al menos). Sin embargo, a 200 páginas del final, admito que terminaré de leerla aunque he perdido mucho el interés (MT).