miércoles, marzo 17, 2010

Pobres, mujeres, protagonistas

María Tenorio

Después de ver el documental de Marcela Zamora, Mujeres en el camino (2010), sentí tristeza. Las protagonistas de su video, viajeras en busca de oportunidades en el norte, claman por ayuda desde su posición de víctimas de múltiples violencias. Son presentadas una y otra vez bañadas en lágrimas narrando frente a cámaras sus padecimientos en la ruta del migrante. Esas sufridas mujeres en el camino me recordaron a los indígenas de la Brevísima relación de la destrucción de las indias (1552) de Fray Bartolomé de Las Casas, que ha indignado a millares de lectores por varios siglos.

La estrategia de representación desplegada por Zamora, de manera semejante a la de Las Casas, ha demostrado ser efectiva para conmover. El documental transmite de forma clara mensajes de denuncia que ponen el dedo en la llaga social. ¿Cómo dejamos que tanta injusticia y tanta violencia ocurran frente a nuestras narices?

Ahora bien, quiero señalar una debilidad que conlleva ese tipo de representaciones de la "otredad". Permítanme antes referirme al tecnicismo. La otredad es la calidad de ser otro. Se emplea para referirse a quienes viven en una esfera distinta de quien emite (o recibe) un mensaje. Un ejemplo de otredad por excelencia es la de los indígenas que encontraron los españoles cuando "descubrieron", conquistaron y colonizaron este continente. En ese sentido, las migrantes del documental de Zamora caben en la categoría.

Ese tipo de representaciones, decía, tiene un lado flaco, en tanto captura al otro en su papel pasivo, sufriente, dejando en suspenso el poder que tiene para actuar y liberarse de su condición. Eso ocurre en Las Casas donde los indígenas son representados como víctimas (de los españoles malos) que, atrapados en las redes de su propia incapacidad para regir sus vidas, solo pueden convertirse en protegidos (de los españoles buenos).

El filme de Zamora, a mi juicio, despliega una estrategia semejante de construcción de la otredad victimizada, en particular en las personajes migrantes. La madre de la migrante desaparecida y las dos migrantes que dejan a sus hijos en El Salvador serían ejemplos de ello. Si bien es cierto que, al principio del filme, son presentadas como dueñas de su existencia que persiguen sus propios objetivos, a medida que transcurre la narración y las secuencias de llanto se vuelven frecuentes, su capacidad de actuar va siendo minada por "el camino".

No me cabe duda de que el documental de Marcela Zamora es conmovedor, sin embargo abusa de las escenas de lágrimas restando fuerza al carácter de esas mujeres luchadoras que se aventuran en la ruta hacia el norte.

Enlace al blog del documental Mujeres en el camino

Ilustración: Grabado de Theodore de Bry (siglo XV) que ilustró la Brevísima de Las Casas

5 comentarios:

  1. Ahora que lo dices, la conmoción de los que vemos producciones con historias y problemas tan críticos es algo que también me genera muchísimas preguntas. Por un lado, la imagen que nos hacemos de las y los protagonistas, pero también lo que le queda a las audiencias. Más allá de conmover, sufrir y lamentar el drama que tantas mujeres y hombres viven, qué queda de eso? La intención es contribuir a transformar esa situación, pero esas dosis de realidad le dejan a los espectadores posibilidades de transformar? No sé. Más y más preguntas que me has provocado, María. Un abrazo.

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  2. Me ha gustado mucho tu reflexión, María, esto que señalás es algo que no había yo encontrado la manera de elaborar, pero que está ahí, quizás justo porque había quedado demasiado dolida por lo que se presenta... Un abrazo y gracias por estas reflexiones que, como dice la Rox, nos sucitan más y más preguntas. Un abrazo

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  3. Anónimo3:23 p. m.

    La cuarta ponencia.

    Quiero decirles a mis queridas y respetadísimas amigas que tampoco podemos perder el sentido crítico frente a la concepción de la “otredad”.

    Yo creo que mi relación frente a los “otros” no está condenada a situarlos en un papel pasivo y sufriente.

    Si esto fuera así, quiero decir que si solo pudiéramos ver a los “otros” como víctimas, estaríamos borrando eso que algunos llaman la “sensibilidad empática” (nuestra capacidad para ver a los otros en condición de igualdad; como “iguales” y no solo como “otros”).

    Esa empatía, entiendo, ha hecho posible la Ética y las formas jurídicas que, desde el siglo XVIII –bastante después de la “Brevísima…” de Las Casas-- establecen la igualdad entre los seres humanos.

    Quiero decir que la concepción de la “otredad” es insuficiente para explicar mis formas de relacionarme con los demás, los otros o mis semejantes. Quiero decir que eclipsa sentimientos y actitudes como la compasión y la solidaridad, así recurramos a estrategias maniqueas para expresarlas.

    Miguel

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  4. Miguel:

    Un buen punto el tuyo, la ética se fundamenta en nuestra percepción del otro y los sentimientos que nos despierta. No me cabe duda de ello.

    Sin embargo, mi entrada trata sobre un tema mucho más limitado: las representaciones de los otros o la otredad. Estan tienden a ser esquemáticas, a acentuar determinados aspectos (porque el otro es inaprehensible en toda su complejidad no podemos representarlo tal cual es). Así, podemos destacar del otro su carácter sufriente, pero también su carácter amenazante (las maras, como las ha mostrado la prensa; o los caníbales, en algunas crónicas de Indias).

    La forma como representamos al otro implica, pues, una selección de palabras o imágenes realizada por quien escribe o, para el caso, quien dirige una película. Y esa selección no es inocente. Por ahí va mi punto.

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  5. Guarnieri10:34 p. m.

    Voy a ponerme el disfraz de faisán. Es que quiero ver si puedo comentar algo sensato. Pero si me voy de boca, entonces es no me quedó el disfraz.

    Me gusta como articula las historias en su blog. Además escribe bien, Maria. Iniciar un texto con elogios es un arma de dos filos, así que no se confíe.

    La ética es la relación práctica de uno con otro y el lenguaje su fundamento, porque es él el que permite crear vínculos entre las personas. Así que discrepo con eso de que la 'sensibilidad empática' es la que posibilita la ética. La ética es algo distinto de la ontología.

    En esta parte parece que estoy discutiendo más con Miguel que con usted, pero bueno. Durante siglos se ha hablado sobre la empatía en un sentido metafórico abstracto. La idea de que no existe un ser real independiente y distante del resto de seres humanos (empatía) ha sido la base, en efecto, de los discursos mumbo-jumbo-yuju filosóficos occidentales. Pero sólo la neurociencia logró demostrar esta idea. La filosofía no.

    Para efectos prácticos la empatía es mera intersubjetividad. Mero consuelo teológico.

    Acabo de ver el documental y a la luz de su hipótesis: 'que la representación de la otredad (en éste audiovisual) convierte a los otros (las mujeres migrantes) en objetos de los esquemas mentales lacrimosos, deslavazados o intencionados de la directora', debo decirle que lo grabado y editado parece reflejar clara y correctamente sus ideas.

    Sin embargo, un análisis más escrupuloso me conduce a afirmarle que su hipótesis es falaz. ¿Por qué? Porque le está desasignando a esas mujeres (independientemente del golpe de efecto o el pathos que pretenda inducirnos Marcela Zamora), la capacidad cognitiva de establecer una brecha entre su rol cotidiano durante su hosco camino al norte y la representación de esa cotidianidad según las exigencias, vaya, porque no decirlo, del segmento de mercado al que Zamora dirige y dirigirá su producto cultural. Participar de este nivel de la otredad me parece más dignificante.

    En dos ocasiones he cruzado en yola el Canal de la Mona, acompañado de ilegales haitianos y dominicanos en su viaje a Puerto Rico. En una ocasión nos acompañó un cineasta nada inocente. Y del contraste in situ entre el viaje sin cámaras y el otro con, me atrevo a decirle que las cosas no son tan sencillas como las plantéa.

    Saludos.

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