¿Qué significa talpajocote?

María Tenorio

Las palabras son signos de algo que no vemos ni escuchamos: su significado. Cuando nos enfrentamos por primera vez a una palabra, si el contexto no nos da pistas para construirle o atribuirle significado, nos quedamos --como se dice coloquialmente-- en la luna.

¿Será usted de los que se quedó en la luna cuando leyó el nombre de este blog? Si es así, le invito a que siga leyendo para que desentrañe el significado de la palabra "talpajocote". Permítame, para ello, que le cuente una anécdota.

Hace unos días un amigo me reveló su hipótesis sobre el significado de "talpajocote". Según él, los propietarios de este blog, a la usanza de Diego y Frida, habríamos compuesto la palabra a partir de dos vocablos que nos daríamos como apelativos cariñosos, talpa y jocote. Nada que ver. (Por cierto, yo no sabía que estos personajes tuviesen un nombre compuesto de sus sobrenombres y por más que he buscado en internet no he encontrado información al respecto.)

Eso me dijo mi amigo cuando, después de almorzar, le pasé un bol con mamones (fruta de nombre científico Melicoccus bijugatus) y le pregunté, ¿te gustan los talpajocotes? La expresión opaca de su cara me hizo ver que no sabía por qué yo nombraba esa frutita con la palabra en cuestión. Entonces le expliqué que en la ciudad de Santa Ana les dicen talpajocotes a los mamones o mamoncillos. Los que le pasé a mi amigo puede verlos usted en la foto.


La palabrita aparece en el Diccionario de salvadoreñismos de Matías Romero definida simplemente como "mamón". El Diccionario de la lengua española de la Real Academia todavía no registra el término que, según me he dado cuenta, más que un salvadoreñismo es un santanequismo, desconocido para quienes no son familiares con el habla de Santa Ana.

¿Por qué el blog se llama Talpajocote?, preguntará usted. Le contaré otra historia. En agosto del 2005, quien escribe abrió un blog familiar, dedicado a la parentela materna, de origen santaneco. En el momento de crear el blog, busqué una palabra fácil de recordar para los primos y, al mismo tiempo, no muy común para que nadie en Blogger la hubiese tomado. Se me ocurrió "talpajocote". Mi tía la usaba con frecuencia para referirse al color salmón o color piel. Me pareció simpático el nombre para una publicación cuyos destinatarios eran mis parientes santanecos.

El uso familiar que tuvo Talpajocote se agotó en poco tiempo; pero el dominio --el espacio virtual y la dirección en internet-- permaneció vivo. Cuando, el año pasado, Miguel y yo tomamos fotos del Hotel de Montaña, en el Cerro Verde, pensamos que su columna sobre el mismo tema en el periódico se vería enriquecida con las imágenes. Estas se podrían colgar en el ciberespacio, junto al texto del hotel sin suerte. Entonces recordé Talpajocote. Lo revivimos juntos y le hemos dado la cara pública que usted esta viendo.

En fin, ahora ya sabe. Cuando escuche a alguien diciendo que quiere pintar la casa de color talpita o que fulana andaba con un vestido talpa en la fiesta, sabrá, al menos, dos cosas: una, que se refiere al color mamón o salmón; y dos, que esa persona es de Santa Ana o tiene ascendencia santaneca. La próxima vez que se coma un talpajocote no se vaya a ahogar con la semilla.