miércoles, agosto 29, 2012

Poesía centroamericana en la Enciclopedia Princeton

Miguel Huezo Mixco

Por primera vez en sus cuarenta años de existencia la prestigiosa “The Princeton Encyclopedia of Poetry and Poetics”, en su edición correspondiente a 2012, incluye entradas que reseñan la evolución de la poesía en tres países centroamericanos.

Esta enciclopedia es considerada la obra de referencia más completa y autorizada para estudiantes, académicos y poetas sobre la poesía en el mundo. Abarca aspectos tales como la historia, movimientos, géneros, prosodia, recursos retóricos, términos críticos y movimientos literarios, entre otros.

Las reseñas de la poesía de Guatemala, El Salvador y Nicaragua, escritas por los académicos Marc Zimmerman, Roy C. Boland y Steven F. White, respectivamente, completan un artículo más extenso sobre la poesía hispanoamericana.

Zimmerman es profesor de las Culturas del mundo y Literatura en la Universidad de Houston. White es el académico extranjero que más ha estudiado y difundido la poesía nicaragüense contemporánea.  Boland es profesor en la Universidad de Sidney y ha publicado el libro “Culture and Customs of El Salvador” (2001).

El texto del profesor Zimmerman divide la poesía guatemalteca en tres etapas. La primera va desde el periodo precolonial al siglo XIX, y la segunda de 1920 a 2010. La tercera etapa se enfoca en la poesía de indígenas y mujeres. El autor sitúa la poesía en el marco de una vigorosa tradición narrativa que arranca con el Popol-Vuh, y posee autores de la estatura de Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón y Rigoberta Menchú. Zimmerman realiza una elogiosa y merecida valoración sobre la obra del poeta maya k’iché Humberto Ak’abal.

La reseña de Boland subraya la trágica unión entre literatura y política que ha caracterizado a la poesía salvadoreña a lo largo de su historia. Poesía de antípodas: reconoce a Roque Dalton como uno de los íconos de esa brutal religión. El favorito de Boland parece ser, sin embargo, David Escobar Galindo. Boland relaciona a las principales personalidades poéticas salvadoreñas con los momentos históricos en que les tocó hacer literatura, y cita la frase excesivamente generosa de Marcelino Meléndez y Pelayo, según la cual “ningún país tan pequeño como El Salvador es capaz de contar con tantos buenos poetas”.

El ensayo de White refleja la incomparable tradición poética de Nicaragua, una de las más importantes en lengua española, inaugurada por Rubén Darío, genuino fundador de las letras centroamericanas y “padre” del modernismo. Si se formara un “dream team” de la poesía del istmo, el cuadro titular estaría formado por poetas nicas como Salomón de la Selva y Alfonso Cortés, exponentes del posmodernismo; Pablo Antonio Cuadra, Joaquín Pasos y José Coronel Urtecho, genios de la vanguardia; y Ernesto Mejía Sánchez, Carlos Martínez Rivas y Ernesto Cardenal, de la generación de 1940. Algunos de estos poetas aparecen referidos en otras secciones de la enciclopedia. White también realiza una aproximación a la poesía de la Costa Atlántica nicaragüense.

De acuerdo con los editores, la cuarta versión de la Enciclopedia, revisada y actualizada, incorporó un renovado equipo de especialistas que dan cuenta de los cambios recientes en los estudios literarios y culturales, y prestan mayor atención a los aspectos internacionales de la poesía en el mundo.

El librote consta de más de un millón de palabras, y contiene un millar de entradas que varían en longitud, desde párrafos breves a ensayos principales de quince mil palabras. Está disponible en versión electrónica. Aparte de las centroamericanas, la enciclopedia incorpora más de 250 nuevas entradas e incluye artículos sobre más de 110 países. El volumen prueba de que la poesía sigue siendo un campo vasto, vigoroso, complejo y extraño.

Ilustración: Stasys Eidrigevicius

(Publicado en La Prensa Gráfica, 30 agosto 2012)

No “accese”, mejor “acceda”

María Tenorio

El 5 de marzo del año pasado La Prensa Gráfica tituló una breve nota así: “UES aperturará 350 cupos en matrícula 2011”. Tres de los nueve comentarios, dejados por los lectores, señalaban el error del que quiero hablar en esta columna: el de los verbos innecesarios. Como usted ya dedujo, no se dice “aperturará”. En español contamos con otro verbo que expresa lo mismo que “aperturar”: el verbo “abrir”.

El Diario de Hoy, en su versión en línea elsalvador.com, había usado también el verbo en cuestión en el 2006: “Aperturan un proyecto de 300 kioscos”. Los proyectos y los cupos no se “aperturan”, sino que se “abren”. Lo mismo ocurre con las cuentas de ahorros, por más que los bancos nos inviten a “aperturarlas”. La explicación que dan los lingüistas al surgimiento de ese verbo innecesario es la tendencia a formar verbos a partir de sustantivos: del nombre “apertura” se crea el verbo “aperturar”.

Esa tendencia no es mala en sí misma; es un mecanismo válido para crear palabras. Muchos verbos se han formado de esa manera. Uno de ellos es jardinear, construído a partir del sustantivo “jardín” y la terminación verbal “ar”, para referirnos a cuidar un jardín por placer. Otro es venadear, darle caza a una persona. Noten que cuando inventamos verbos usamos siempre la terminación “ar”. Hagan la prueba.

Ahora bien, inventar verbos equivalentes a otros que ya están ahí es innecesario y, por ello, no válido. Un principio básico con que opera la lengua es la economía. ¿Por qué duplicar sin necesidad? Me temo que, con casos como el de “aperturar” y los dos siguientes a que aludiré, hay un componente asociado con el prestigio de usar palabras que suenen técnicas y elevadas. “Abrir” parece demasiado simple.

Igual de simple suena “recibir”. Por eso muchos dicen “recepcionar”. Otra vez recurro a los matutinos con mayor circulación para los ejemplos. Según El Diario de Hoy, en el 2010, “el funcionario (...) dijo que (...) el dato "debe estar bastante alto", sumando los casos que recepcionan las oficinas de inmigración de Estados Unidos, las organizaciones no gubernamentales y los consulados salvadoreños”. La Prensa Gráfica, por su parte, refirió que “en una visita hecha este mediodía al lugar donde se recepcionan las solicitudes de revisión, el  procurador Luna manifestó su satisfacción”.    

Para cerrar con broche de oro quiero referirme al verbo con que titulé este texto: el popular e innecesario “accesar”. Su formación puede explicarse de dos maneras: una, a partir del sustantivo “acceso”, como los dos casos anteriores; dos, como un anglicismo o un calco del inglés “to access”. He escuchado este verbo no solo de boca de informáticos (señalados como sus inventores), sino también de profesionales de muy distintos campos. “Acceder” es el verbo del que disponemos en español para decir que entramos, que nos acercamos, que tenemos acceso. 

Así, cuando en La Prensa Gráfica leemos que “un grupo de tres norteamericanos accesan a una moderna oficina ubicada en uno de los portales ubicados frente al parque central de Suchitoto”, deberíamos haber leído que “un grupo de tres norteamericanos acceden a una moderna oficina”. En este caso también sería ideal que no se repitiera “ubicada”/”ubicados”. 

El ejemplo de El Diario de Hoy dice que “la entrada peatonal se ubicará en el mismo punto donde se accesa a la comunidad La Unión II”. Lo correcto sería decir que “la entrada peatonal se ubicará en el mismo punto donde se accede a la comunidad La Unión II”. Esta nota se refiere al parque Bicentenario que ¿se aperturó o se abrió? hace algunos meses y que, al día de hoy, habrá ¿recepcionado o recibido? a varios miles de visitantes. Escoja las opciones correctas. 

Ilustración: Stasys Eidrigevicius

miércoles, agosto 15, 2012

Gráfica de Toño Salazar

Miguel Huezo Mixco

Toño Salazar es reconocido como un sobresaliente caricaturista. Numerosos artistas e intelectuales influyentes del siglo XX fueron retratados por su lápiz. Poco se conoce, sin embargo, sobre su fecunda faceta de viñetista e ilustrador.

El Centro Cultural de España (CCESV) inauguró este martes 14 de agosto la exposición “Gráfica de Toño Salazar”. La muestra recoge una parte de su trabajo como adaptador e ilustrador de cuentos infantiles. La exposición nos revela una línea y estilo distintos a todo lo que hasta ahora se había conocido de Salazar. Nunca antes se había realizado algo similar sobre este artista.

Si bien el Museo de Arte de El Salvador (MARTE) realizó en 2003 una muestra de las ilustraciones que Salazar produjo, pero que nunca publicó, para Don Quijote de la Mancha, la novedad de la exposición en el CCESV consiste en un acercamiento inédito a sus creaciones relacionadas con obras literarias destinadas al público infantil.

Salazar realizó esos dibujos entre los años 1932 y 1938, cuando trabajaba como parte de la planilla del diario La Prensa, de Buenos Aires. Su actividad está relacionada con una ola mundial y latinoamericana, que tuvo lugar en las primeras décadas del siglo XX, destinada a atender al público infantil como un segmento etario, social y de mercado.

 Las raíces de los libros para niños y niñas se encuentran en los autores del Renacimiento que abrevaron de la tradición oral para crear narraciones como "La cenicienta" o "El gato con botas", que con el paso del tiempo constituyeron la materia prima de la literatura infantil. En los siglos XVII y XVIII emergió una literatura de corte moralista, destinada a los pequeños, que tiene uno de sus principales exponentes en las “Fábulas” de La Fontaine.

Fue hasta el siglo XX que la literatura infantil propulsó una industria editorial autónoma. Numerosas empresas editoriales realizaron importantes inversiones de recursos y talento para cortejar al público infantil. Aquellos libros alcanzaron importancia pedagógica, social y política.

Es en ese contexto que debemos situar el trabajo de Salazar en La Prensa. El salvadoreño comenzó la serie en 1932, cuando aún vivía en París, y la continuó cuando fijó su residencia en Buenos Aires. Sus trabajos se publicaban los días domingos en planas completas, a todo color. Sus fuentes principales fueron el viejo folclore europeo, la literatura japonesa y del Oriente Medio. Salazar también publicó narraciones de su propia inspiración.

El Archivo Toño Salazar, propiedad de sus herederas y custodiado por Gloria de Santos, conserva únicamente nueve planas, pero es probable que se publicaran más. La exposición en el CCESV incluye, además, las ilustraciones realizadas por Salazar para la edición infantil de “Alí Babá y los cuarenta ladrones”, de Editorial Sudamericana, en adaptación de A. Guillot Muñoz.

El título de “caricaturista”, que Toño llevaba con orgullo, no da cuenta de toda la riqueza de su lápiz. Sus trabajos no publicados para “Don Quijote” y  “La isla del tesoro”, que realizó por encargo de la editorial VIAU, colocan a Salazar entre los grandes ilustradores del siglo XX.

La museografía de “Gráfica de Toño Salazar”, concebida por el artista Antonio Romero, no recurre al convencionalismo de imágenes enmarcadas. Junto a una proyección de vídeo se reproducen, usando vinilo y tiza, imágenes de gran formato que producen al visitante la sensación de estar dentro de un página aumentada.

Salazar cumplió 25 años de fallecido el pasado 31 de diciembre. La muestra sirve para rendirle homenaje y renovar la atención a su obra.

(Publicado en La Prensa Gráfica, 16 de agosto de 2012)


miércoles, agosto 01, 2012

Gineceo y creatividad doméstica

NAMA Gynécée 2.jpgMaría Tenorio

Mi blog Gineceo sale a la luz. Es un espacio dedicado a las artes manuales, las artesanías o las manualidades, como querramos llamarlas. En él me propongo, además de mostrar mi producción y revelar algunos secretos, visitar los sitios web de artistas que me inspiran o sorprenden con sus obras, sus técnicas y su capacidad de convocar grupos de gente con similares inquietudes. También quiero incluir entrevistas a salvadoreñas dedicadas a la creación manual.

La palabra “gineceo” tiene dos significados: uno floral y otro griego. El primero se refiere al conjunto reproductor de las flores, su parte femenina, conocida también como pistilo. El segundo sentido, de donde surgió el título de mi sitio web, hace referencia al área de las casas griegas de la antigüedad destinada a las mujeres. En en esa sección pasaban ellas la mayor parte de su día desarrollando sus actividades de forma bastante independiente de los hombres, quienes también disponían de su propio espacio, el andrón.

El gineceo griego solía ocupar la parte trasera de las casas y estaba compuesto por un patio central, una habitación con cama matrimonial, un cuarto grande y cuartos para las esclavas, entre otros. En el libro Los misterios del gineceo, Francois Lissarrague estudia la vida del gineceo a partir de dibujos en vasijas de cerámica y afirma que las griegas, en el hogar, estaban dedicadas principalmente al trabajo, la higiene y el orden. Esas imágenes representan mujeres hilando lana, extendiendo una tela, peinándose o acicalándose. Algunas veces ellas están acompañadas por niños pequeños y, excepcionalmente, por algún hombre que ocupa una posición marginal. También hacen su aparición pajarillos domésticos y alguna flor o ramita de mirto. Objetos propios de esas representaciones del gineceo son cofres, vasos, cestos, husos, telares, espejos, sillas, instrumentos musicales, collares.

Del gineceo así entendido rescato ese espacio femenino creador situado al interior de la casa. Lo relaciono directamente, en mi caso, con una producción y experimentación que, en gran medida, no tiene más propósito que el placer estético del color, las formas y las texturas. El gineceo es mi pequeño taller doméstico, con su mesa y sus repisas llenas de materiales y producción interrumpida. Pero también es cualquier otro espacio de la casa donde me siento a coser, dibujar o pintar. El gineceo también es un lugar para compartir con la gente de confianza --mis sobrinos son los usuarios que más lo frecuentan-- alrededor de unos pinceles, hilos y agujas, o recortes de fieltro.

La internet es parte consustancial de lo que transcurre en mi gineceo. La web me ha abierto a nuevas concepciones sobre la creatividad doméstica. La producción artística y artesanal de muchas personas --la mayoría, mujeres-- alrededor del mundo no está confinada a las paredes de la casa para ser despojada, luego, del sello de sus creadores en el mercado o las tiendas. Gracias a los blogs y las redes sociales, artistas de cualquier parte del mundo comparten sus procesos de creación y promueven sus productos terminados; se conectan entre sí para intercambiar técnicas, consejos e ideas; marcan tendencias en el universo de las artes manuales y las manualidades.

La creatividad doméstica, si no es impuesta como única opción, es un verdadero placer. En mi caso, por ejemplo, se trata de una práctica que realizo en mi tiempo libre y, por el momento, sin la presión económica de tener que ganarme la vida con ella. Mi trabajo como profesora universitaria cumple esa función, mientras que en el gineceo me dedico a “jugar” con materiales nobles como hilos, pinturas, telas, papeles, foamy, goma y con algunos objetos peligrosos como cuchillas y agujas.

Este día abro el Gineceo al público.

Fotografía: «NAMA Gynécée 2» por Marsyas - Trabajo propio. Disponible bajo la licencia CC BY-SA 2.5 vía Wikimedia Commons.

Un artista del hambre



Miguel Huezo Mixco

La idea de un florecimiento literario en la posguerra se ha convertido en una fuente de desilusión. No solo para los escritores; aparentemente también para los lectores. Una nota en el periódico La Página (14 de enero) y una conversación entre artistas y gestores culturales en la radio 102.9 (27 de julio) hicieron un repaso de frustraciones.

Estas expresiones no son nuevas. Crecimos escuchándolas. Cuando llegó la paz se pensó que ya no habría excusas. Pero las cosas no ocurrieron como se esperaban. Salvo algunos destellos de entusiasmo, en las dos últimas décadas entre muchos escritores y artistas se han redoblado los sentimientos de desencanto.

Creo que necesitamos comenzar a cambiar ese enfoque. En esta columna propongo tres perspectivas relacionadas con: (1) la condición de “minoridad” autoasumida por los escritores en la sociedad; (2) el desencuentro fatal entre la oferta y la demanda literaria; (3) y el desarrollo de las capacidades y la profesionalización de los escritores. A menos que queramos seguir viviendo la suerte del “artista del hambre”, necesitamos hablar de estas cosas. Podría ayudarnos a comprender por qué estamos como estamos.

1. La condición de “minoridad”. En muchos escritores pervive la idea de que nacieron incapacitados para realizar actos de la vida civil y que el Estado debe hacerse cargo de sufragarles una vida que creen destinada a tareas más elevadas. Una de las quejas más reiteradas es que en este país no es posible vivir de la literatura... Aunque la historia universal prueba que grandes escritores se emplearon en oficios diversos, ajenos a la escritura, y que solo un grupo muy reducido ha podido dedicarse a la escritura a tiempo completo.

2. Es verdad que las condiciones que enfrenta un escritor en El Salvador son muy desventajosas. Casi no hay editoriales, es verdad, y la comercialización de los libros es una pesadilla. El sueño de mirar el nombre propio en las vitrinas raramente se cumple. ¿Por qué nos pasa esto? ¿El librero y el lector son los culpables? Es posible, pero creo que hay un tercer “culpable” en juego que se niega a admitir que existe un trágico desencuentro entre su oferta y la demanda. A menudo se dice que el escritor no debe escribir pensando en el mercado, pero el reproche a la falta de promoción y venta de nuestros libros contiene un reclamo por una mayor atención de parte de este.

3. Uso de capacidades desarrolladas. Un estudio todavía inédito de la Fundación Accesarte revela que los escritores salvadoreños vivos que gozan de reconocimiento han cursado estudios por encima del promedio nacional (seis años de escolaridad), y una porción importante tiene títulos académicos en áreas relacionadas con la escritura. Desafortunadamente no existe una sola escuela formal que se especialice en escritura creativa. La inmensa mayoría somos escritores autodidactas. Es verdad que el talento no se adquiere con una especialización, y de ello hay ejemplos abundantes, pero no me cabe duda de que muchos de nuestros libros podrían mejorar notablemente, y tener más atención del público, si mediara el conocimiento de la técnica.

Kafka dejó escrito un relato sobre la decadencia y muerte de un artista cuyo número consiste en mostrarse al público en un ayuno permanente. Pese a su coraje y valentía aquel “artista del hambre” vivió en su jaula, infeliz e ignorado por el público. Cuando uno de los administradores del circo le preguntó por qué se obstinaba en pasar hambre, su respuesta fue que nunca encontró una comida que le gustara, y murió.

Publicado en La Prensa Gráfica, 2 de agosto de 2012.

Ilustración: Franz Kafka (autor no identificado)