miércoles, octubre 01, 2008

Ver cine salvadoreño en la pantalla grande

María Tenorio

Pagué $2.75 en La Gran Vía, el sábado 20 de septiembre, para ver cinco cortometrajes salvadoreños: Parávolar, de Arturo Menéndez; Fumar no se puede, de Norman Badía; El beso que no quisiste recibir, de Miguel Villafuerte; Cihuatl: los mitos van a la ciudad, de William Carballo; y Tres segundos o la eternidad, de Luis Coto. El orden en que los he enumerado es el de mis preferencias. Pero permítanme hacer un par de reflexiones antes de opinar como espectadora sobre los audiovisuales.

En primer lugar, me parece muy pertinente pagar por ver cine salvadoreño. Si se quiere producir arte en el país, no se puede ofrecer de gratis. La producción de cualquier espectáculo --un concierto, una obra de teatro, una presentación de danza, un circo o una película-- conlleva muchos gastos; el público, aunque no sea el único que lo financie, debe poner su parte.

En relación con lo anterior, y en segundo lugar, el cine nacional debe crear su propio público: una audiencia que busque consumirlo. Esto lo digo porque intenté ir a la función inaugural, el viernes 19, pero no encontré aleros. Los amigos que esa noche tenían disponibilidad para salir carecían de entusiamo para enfrentarse con los cortos en la pantalla grande. Y son personas a quienes les gusta el cine. Sin embargo, la escasa experiencia que se tiene con los audiovisuales nacionales desencanta a muchos.

Ahora sí, mis comentarios muy informales sobre los cortos. Parávolar fue un regalo para mis ojos y se lleva el primer lugar. La luz y el color de los exteriores con que inicia el corto son muy bellos. Además, el Monumento del Hermano Lejano está muy bien usado estéticamente. La personaje del ángel mudo me gustó por su ternura. El argumento no es, a mi juicio, lo más fuerte del filme, pero se deja seguir con disfrute.

Fumar no se puede, mi segundo lugar, fue entretenido, aunque a ratos pasado de vulgar. La recreación del apartamento de un soltero que nunca limpia es excelente y la actuación de Leandro Sánchez --a quien varias veces he visto en teatro-- es bastante creíble. El beso que no quisiste recibir, por su parte, tiene un argumento más complejo que todos los demás. Una historia emotiva que, a mi gusto, llega a rayar en lo cursi. A decir verdad, sentí que podía haberse ahorrado o recortado algunas escenas.

Las dos que no me gustaron fueron Cihuatl y Tres segundos, y no sé cuál me gustó menos. A la primera le atribuiría el salvadoreño adjetivo de "bayunca" y a la segunda, el de oscura. Ambas tenían tramas demasiado predecibles. Cihuatl mostraba exteriores que me gustaron mucho --creo que en Santa Tecla. Tres segundos, en cambio, me cansó con su escasez de luz; el recurso de la candelita me pareció trillado.

Con todo, ver los cinco cortos salvadoreños me alegró y me encantaría ver más y más y más. Solo produciendo mucho se puede llegar a tener cine de calidad en el país. Y no se trata de que compitamos con Hollywood o Bollywood, sino de que los salvadoreños nos apropiemos de ese lenguaje audiovisual para representar la variedad de relatos y de identidades de las que estamos hechos como nación.

Enlaces recomendados:

Una opinión diferente en Cine salvadoreño-review

Sinopsis de los cortometrajes

Nota sobre cine centroamericano en La Prensa Gráfica

Fotografia de Paravolar, tomada de www.elsalvador.com

4 comentarios:

  1. Quería ir a verlos. Sobre todo porque uno es un compañero de trabajo.
    Me alegra saber que no son como "sociodrama" del colegio. Tengo la impresión que muchos escriben pensando en que debe haber un alcohólico, un aborto, un divorcio o algo similar. Lágrimas.
    Pero quién soy yo para hablar, a la que se le mueren los personajes, verdad.

    Todavía los están dando?

    ResponderEliminar
  2. yo fuí 2 veces, a la inauguración y al cierre... verdaderamente valieron la pena. El Salvador está incursionando en ámbitos que realmente impresionan. El Cine Salvadoreño se está posicionando como un buen cine. Hacen falta más "Creyentes" en las oportunidades que tenemos. Nuestra capacidad de inventiva, de supervivencia y otras tantas más son dignas de representarse. Y acabar con ese cine sin sentido, comercial, vulgar, que no deja realmente nada.
    Buenísimo gente! Se les apoya siempre!

    ResponderEliminar
  3. Aplausos para todos los que están detrás de estos proyectos, sea cual sea la intención (quiero creer que la intención tiene que ver con expresión artística y crecimiento cultural como sociedad). Independientemente de las fallas que cada uno tuvo, los disfruté bastante.
    Ay María...yo me encontré en la misma situación tuya...los amigos consultados mostraban cierto interés, pero a la hora de las horas preferían ir a ver a la Angelina Jolie en pantalla. Pero al menos ya sabemos que no estamos solas, la próxima vez iremos juntas a ver documentales salvadoreños y a intentar respirar aires distintos. Seguro tendremos material para una charla posterior.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  4. Hollywood?? Bollywood??

    Dios quiera que no!!

    Aunque, como vos bien lo expresas, la producción tiene "un costo" y debe tenr así mismo "rentabilidad" para que se produzca más.

    Mucho falta, mucho en el país para realizar "derdadera cinematrografía" pero lo poco, y selectivo, que se ha hehco vale la pena apoyarlo.

    Yo, de no ser por mis horribles compromisos laborales, pude haber sido un buen alero de cualquiera, vale la pena.

    ResponderEliminar