Que no tenían alma, dijeron los primeros europeos que llegaron a América. En la naciente república se les tildó de "salvajes", "borrachos" y "haraganes". A finales del siglo XIX, se les despojó de sus tierras. En el tercer milenio de la era cristiana, aquellos estereotipos anti-indígenas siguen vigentes: decir "indio" equivale a un insulto. La suya ha sido una historia de castigos y segregación. La última pandeada proviene del Censo de población 2007. Algunos ya hablan de la extinción técnica de los indígenas en El Salvador.
Una cosa es que se extingan prototipos demográficos en términos de purismo genético, y otra es que haya muerto una memoria profunda de historia y cosmovisión, como efectivamente creo que subyace aún y puede ser rescatada y potenciada.
ResponderEliminarPor ejemplo, creo que todavía habrá que desentrañar las invisibles raices étnicas del último gran enfrentamiento político-social que aconteció en nuestro país (1970-1992) y que coloquialmente llamamos "la guerra". Tengo la sopecha que el gran soporte profundo de tal hazaña humana de lucha y organización popular estuvo más dentro de nuestras venas y memoria profunda que en una motivación intelectual marxista.
3.1416kin