María Tenorio
Era conocida como "Mil campanas", aunque su título era "Ni tú ni nadie". La coreábamos y bailábamos con lujo de energía en fiestas y reuniones del último año de bachillerato. Era de Alaska y Dinarama, de quienes sabía -y sé- que eran españoles y punto. Mi forma de consumo musical no me pedía más información: la canción, su nombre y el de quien la cantaba, para pedirla en la radio.
La radio que escuchaba en aquel entonces, hace 20 años, se llamaba Súper Stéreo, la Doble S, en el 105.7 del dial. Programaba solo música en español para oyentes jóvenes: pop, rock y canción protesta, entre otros géneros. En ella estaban prohibidos Julio Iglesias, Camilo Sesto, José José y otros del mismo tenor, apropiados por las emisoras de corte romántico para público adulto sin el adjetivo de contemporáneo. La Doble S, por su parte, se presentaba como una alternativa a las estaciones de radio juveniles --La Femenina y la Mil 80-- que tocaban la música de moda... en inglés.
El inglés era, sin duda alguna, la lengua hegemónica de la música joven que se oía en este país en los tiempos cuando Shakira (1977) era una niña de trenzas y uniforme de colegio. Los circuitos de difusión de esa música, cuyas letras yo no entendía, volvían imposible dejar de escucharla. Estaba en todos lados: cafeterías, discotecas, fiestas, bares, casas de amigos. Sin embargo, en mi espacio privado, mi habitación en la casa de mis papás, mi radio-casetera no quiso volver a tocar canciones en inglés. Me hice fanática de la música en español.
"Mil campanas" y la Doble S fueron, y son, íconos de una opción de consumo cultural que adopté a los tiernos 18 y a la cual sigo fiel. La emisora lanzó al espacio público una serie de producciones musicales recientes y pasadas, que recibían apenas atención marginal en las ondas radiales salvadoreñas de finales de los ochentas. Un efecto de ese boom de difusión fue el de aplanar diferencias entre corrientes musicales y tiempos de producción. "Ojalá", de un tal Silvio Rodríguez, era una canción de despecho que se escuchaba en seguidilla con la crónica de infidelidad, "Cruz de navajas", de Mecano, y en mezcla con las "Mil campanas" de Alaska. Miguel Bosé y su "Salamandra" se codeaban "Con todos menos conmigo" de Timbiriche y con el "Duende" guatemalteco de Alux Nahual. "Devuélveme a mi chica", de los Hombres G, era un reclamo que se hacía oír junto a las cuasi-oraciones que interpretaba Mercedes Sosa.
Toda era música para cantar que se entendía, casi siempre, la primera vez que se escuchaba. Tenía la gracia adicional de enseñar mexicanismos, argentinismos y españolismos. "Música en tu idioma", decía, o dice, alguna emisora de radio que no identifico. El disco duro de mi computadora --donde ahora suena Joaquín Sabina-- está lleno de ella.
Yo siempre leo este blog, y me da un miedazo comentar!
ResponderEliminarMe tenés abandonada, MaríaT.
Doña María,
ResponderEliminarLuego de leer "Música que se entiende" casi me voy a mi closet a sacar mi uniforme de colegio (y no es que me gustara ese uniforme!!) de la nostalgia que me provocó....mil gracias!!
Saludos,