La novela “Severina” (Alfaguara, 2011), de Rodrigo Rey Rosa, trata sobre dos grandes pasiones: el amor y los libros. Indaga también en un conocido conflicto: el que se produce entre el engaño y el perdón. Esta narración consagra al guatemalteco como un maestro en las formas breves.
Con esta obra Rey Rosa se aleja de ese realismo crudo, extendido por toda Latinoamérica, que tiene como temáticas favoritas el narcotráfico y la violencia. “Severina”, además, es una pieza que vuelve merecidas las adulaciones que han expresado numerosos críticos y escritores sobre el estilo elegante y eficaz de Rodrigo.
El centro de la novela es una pequeña librería ubicada en el sótano de un centro comercial. La tienda está a cargo de un librero con veleidades literarias, que alienta tertulias y arriesga su dinero importando pequeñas y bien cuidadas joyas bibliográficas. Un buen día aparece una clienta desconocida. Viste botas y una blusa blanca de algodón. Es atractiva y enigmática. El librero no tarda en darse cuenta de que es una ladrona. Luego sabremos que también es una verdadera maestra en las artes del engaño.
La ladrona de libros provoca en el solitario librero una repentina pasión. Un día la sorprende en flagrancia y la enfrenta. Ella intenta escapar. El encuentro tiene toda la intensidad de una conquista.
La literatura, ha dicho Borges, no es otra cosa que un sueño dirigido, y “Severina” parece hecha con el material de un sueño. La narración nos empuja por una serie de acontecimientos enigmáticos, como la naturaleza del hombre con quien ella vive, Otto Blanco, un anciano que alternativamente es su abuelo, su padre, su amante, pero que en realidad parece otra víctima de los encantos de aquella mujer.
Los libros constituyen el núcleo en torno al que giran la historia y los personajes. En la historia hay libros por doquier. El esperable encuentro sexual del librero y Ana Severina (ese es el nombre de la ladrona) se produce, desde luego, entre torres de libros. Libros del ermitaño Kenko y de Laoust, el orientalista; y novelas del irreverente Barón Corvo y del humorista Jardiel Poncela. Las vidas de Ana Severina, Otto Blanco y el librero enamorado están uncidas a los libros.
Otto Blanco, el increíble abuelo, no solo es un lector irredento, también vive del tráfico ilegal de libros: “Subsistimos sólo gracias a los libros”, confiesa. El triángulo formado por Ana Severina, el librero y Otto Blanco constituye una suerte de fraternidad donde se mezclan la bibliofilia, el sexo y el engaño.
Rodrigo Rey Rosa (1958) es autor de más de una docena de narraciones y novelas. En Guatemala comenzó estudios de medicina, que abandonó en 1980 para correr mundo. Realizó estudios cinematográficos en Nueva York. En 1984, un corto viaje Marruecos al taller literario de Paul Bowles cambió su vida. A partir de aquel encuentro se volcó de lleno a la literatura y a la traducción. Desde entonces, el nombre de Bowles lo persigue como una sombra donde quiera que vaya. Rey Rosa ha hecho también una película, Lo que soñó Sebastián, filmada en la selva del Petén, que fue estrenada en el Festival de Cine de Sundance.
En 2004 fue reconocido con el Premio Nacional de Literatura “Miguel Ángel Asturias”. Algunas de sus obras han sido traducidas al inglés, francés, alemán, holandés, italiano y japonés. Su novela breve “El cojo bueno” fue publicada en San Salvador por la colección Ficciones de la DPI, en 2001.
Rey Rosa ocupa destacado lugar en la literatura latinoamericana de nuestros días. Presentará “Severina” este jueves 27 de octubre en el Centro Cultural de España (CCESV).
(Publicado en La Prensa Gráfica, 27 de octubre de 2011)
Imagen: Rodrigo Rey Rosa
Ayer, ya era de noche cuando terminé Severina. Al dormirme soñé con un escualo tilinte (aunque quizá fue un tiburón) tras el cual una mujer de venerable maledicencia, gorda, blanca, hedienta y anciana, sostenía dos trozos de carne que ella misma arrancó con un cuchillo al selacio tendido frente a ella, y, pocos pasos atrás de la carnicera, Rey Rosa yacía de pie con la cabeza inclinada hacia abajo. No sobra decir que el destace ocurrió dentro de una habitación del legendario hotel Chelsea de Nueva York. Soñar sin rumbo también es literatura.
ResponderEliminarDe Rosa me gusta su novela El material humano, donde precisamente el deambular como estrategia narrativa es un guiño de atajo para atravesar la violencia sin escocerse tanto, para zambullirse en la tiniebla y poder emerger al cabo de la pesadilla. Severina me gusta porque el andar desamparado de la prosa sigue ahí, sin que Rey mismo lo note.
Recién presencié el estreno en línea del último corto animado co-dirigido por Spike Jonze: 'Mourir auprès de toi'. Se lo recomiendo Miguel. Y es que para efecto de elogiar lo mínimo, el guión escrito por O. Le-Tan para esta animación, acorta el ya breve y hermoso anacoluto que nos ofrece Severina. La animación de Jonze es el ribete idóneo.
Espero ver pronto la película de Rodrigo. El también escritor y cineasta Paul Auster dice que su estilo de escribir es un reflejo de su manera de mirar. Samuel Beckett con su filme 'Film' y su novela breve 'Worstward Ho', vale decir dos putas maravillas del género que cada una representa, muestra con asombrosa cortedad la forma de venerar y dislocar la idea de que 'ser es ser percibido'. Así que la obsesiva manera en que el escritor mira, se refleja en el estilo de la frase y en su articulación, mas eso que se mira con pasión y se deja ver en palabras, en realidad no puede alcanzarse mediante las mismas porque lo que uno mira siempre está eludiéndonos. Rey Rosa me desconcierta, ya que parece que lo que mira no se le resiste. Y eso no puede ser. Ver la película me dirá algo más sobre él. ¿A usted Miguel por qué le gusta la literatura de Rodrigo? Dudo que sea por los acedados clisés que se utilizan para encasillarlo y que supongo incluye en su nota como meros datos al calce.
Por otro lado me fascina el juego con la proxemia (espacio de la mirada, de los objetos que podemos alcanzar con el brazo, sin movernos), que Rey Rosa bastardea en Severina. Es que no hay lugar como una libreria para saborear la ciencia misteriosa detrás de este concepto de E.T. Hall. En una libreria todo esta a la mano y a la vez todo se nos esconde. Como Beckett escribió (aunque para referirse a las palabras): 'A place. Where none. A time when try see. Try say. How small. How vast. How if not boundless bounded. Whence the dim.'
Severina no podía escribirse con frases largas. ¡Bravo, R.R.R.!