miércoles, octubre 13, 2010

Alfredo Zamora, el rebelde


Miguel Huezo Mixco

El domingo 10 de octubre las cenizas de Alfredo Zamora fueron esparcidas, como fue su voluntad, en Chalatenango. Alfredito volvió así al lugar donde probablemente fue más feliz que nunca. Lamento haberme perdido su último gran "performance", pero la vida es así. Cierro los ojos y trato de recordar cómo lo conocí...

Corría el año 1971. En nuestro país, aquel año fue el equivalente del 68 europeo: la historia tomó un impulso utópico que pronto se tiñó de sangre. El viejo juego de las ejecuciones, uno de los favoritos de nuestra cultura, se había vuelto a poner en marcha. La época se inauguró con el secuestro y asesinato del empresario Ernesto Regalado Dueñas. Aunque el gobierno militar dio a conocer el nombre de los presuntos responsables --los estudiantes Guillermo Aldana y Carlos Menjívar— para muchos, incluido mi padre, el crimen había sido obra del general José Alberto Medrano.

Mi padre, como luego supe, estaba equivocado. Aquel hecho era la partida de nacimiento de una de las organizaciones armadas revolucionarias del país. Quien me sacó de dudas fue Carlos de Sola, el Director de Cultura del Ministerio de Educación. Cuando le repetí lo que había escuchado sobre el asesinato de Neto Regalado me dijo: "¡Choco, no seas pendejo! En este país hay una guerrilla…".

La onda expansiva del caso Regalado Dueñas llegó a lugares insospechados, incluidas las aulas del colegio de curas donde estaba por sacar mi cartoncito de bachiller. Es aquí donde mi memoria me trae a escena a Alfredo Zamora.

Alfredo tendría no más de 15 años. Delgado, de nariz afilada, mostraba una calva prematura que le daba un cierto aire enfermizo. Había ganado popularidad por sus encontronazos con profesores y curas. Sus amigos más cercanos en aquel colegio eran mi hermano Luis Roberto, Carlos “el feo” Briones (quien llegaría a ser el Director de Flacso, fallecido hace un año) y el ahora cirujano Luis Cousin.

Zamora protagonizó un inolvidable enfrentamiento con nuestro profesor de Constitución, el ya por entonces reconocido abogado Kirio Salgado. Este profesor seguía con especial atención los pormenores del juicio contra otros dos presuntos implicados en el crimen de Regalado Dueñas, entre ellos el estudiante universitario Jorge Cáceres Prendes quien, a su vez, era defendido por uno de los hermanos mayores de Alfredo, el joven y brillante abogado Rubén Zamora.

Salgado era elocuente y mordaz. Parecía convencido de la culpabilidad de los acusados y no perdió la oportunidad de utilizar el caso para ilustrar, en el salón de clase, el funcionamiento de las leyes salvadoreñas. Fue en una de aquellas disertaciones que Alfredo Zamora pidió la palabra para contradecirlo. El debate se volvió acalorado. Al final, Salgado, entre divertido y molesto, constituyó, con la participación de los alumnos, un tribunal para establecer si Zamora le había faltado el respeto. La noticia se regó por todo el colegio.

Alfredo era inteligente y discutidor pero tenía todas las de perder, como en efecto ocurrió. Aquel jurado de colegiales lo encontró culpable. Su condena consistió en recibir por un tiempo la asignatura de Salgado de pie y afuera del salón de clases. Estoy seguro de que Alfredo vivió aquel castigo como un triunfo.

La vida nos ofrecería numerosas ocasiones de encontrarnos y hasta de probar el filo de nuestras mutuas intransigencias. Pero aquel episodio colegial me produjo una simpatía que no solo alimentó mi amistad por Alfredo sino que también me ayudó a superar nuestras diferencias. Ahora, su última voluntad, la de difuminarse en el aire y la tierra chalateca, me hace admirarlo todavía más.

(Publicado en La Prensa Gráfica, 14 de octubre de 2010)

Ilustración: La Libertad guiando al pueblo, de Eugene Delacroix, 1830

5 comentarios:

  1. Me gusta mucho la imagen que nos das de Alfredo Zamora. Con ella, también nos acercás a ese momento de nuestra historia en la que se juntaron otros rebeldes como él. Gracias de nuevo, Miguel!

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  2. Anónimo8:17 p. m.

    Solo quisiera una aclaracion. El abogado hermano de Alfredo no era MArio Zamora??? que fue fiscal y lo asesinaron en su casa en la vista hermosa??

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  3. Mario era su hermano mayor. Pero tuvo otros hermanos y hermanas mayores: Rubén, entre ellos.

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  5. Qué noticias más triste me has dado. Alfredito Zamora fue mi mejor amigo allá en Costa Rica, en los últimos años de los 70. Días de conspiración, de actividades de solidaridad, de tesiones porpias de la guerra clandestina. Alfredito era el amigo para reír por horas, en la librería "Tercer Mundo", en San Pedro Montes de Oca. Venía siendo como la amistad terapeutica, el antistress.
    A lo largo de los años, aunque la distancia física se impuso, nunca nos perdimos la pista y el cariño se mantuvo intacto.
    La última vez que lo vi fue en noviembre pasado, en su Teatro de la Calle 15, en San José. Después de muchos años, un poco (o mucho) más pelón, seguía siendo el mismo amigo, afable, cálido, con el que compartí de nuevo, como en nuestra juventud, unas buenas platicadas, con un excelente café, preparado en su pequeña cafetería del teatro.
    Cuántas historias quedaron pendientes. Con la muerte de Alfredo, perdemos un excelente cronista de la guerra.
    La tesis de graduación de la Escuela Latinoamericana de Cine, de Ricardo Ríos, es sobre él; Por esa época, en la isla, Eduardo Galeano lo entrevista e incluye una de sus historias en su libro (no sé cuál). Sería bueno que Marcela, la sobrina, rescatara ese material para compartirlo con todos y protegerlo del olvido.
    De mi parte, sólo puedo decir: Hasta siempre, Alfredito.

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