Miguel Huezo Mixco
Los dos genios duermen juntos, desde el 15 de junio, en el Museo de Arte de El Salvador (MARTE). Picasso ha regresado a estos lares con 29 litografías. La muestra recorrerá Centroamérica en los próximos meses. Salazar está presente, en la misma sala, con 18 bocetos de caricaturas que representan a Pablo Picasso.
Estos bocetos han permanecido guardados con decenas de estudios, fotografías, recortes de periódicos, notas de viaje y fotografías que Toño Salazar fue acumulando desde su primera exposición en San Salvador (1919). Ese chuncherío que anduvo jalando de México a París, de París a Nueva York, de Nueva York de vuelta a París, y luego a Buenos Aires, después a Montevideo y finalmente a San Salvador, constituye un inestimable fondo documental. No podemos imaginarnos los tesoros allí guardados.
Toño hizo sus primeras armas en México, dibujando para el diario El Universal. En poco tiempo alcanzó fama. México llegó a ser como su segunda patria. El "Diccionario biográfico ilustrado de la caricatura mexicana" (1997) incluye a Toño Salazar.
Carlos Monsiváis, el gran cronista de la Ciudad de México, fallecido este sábado 19 de junio, buscó incansablemente caricaturas de Salazar para sus colecciones de pinturas, grabados, fotografías, alcancías, maquetas, álbumes, calendarios, partituras y anuncios publicitarios. Todo esto constituye el patrimonio del alucinante Museo del Estanquillo. Allí se encuentra Salazar, durmiendo al lado de José Guadalupe Posadas, famoso por sus calaveras, y Miguel Covarrubias, entre otros.
Salazar fue un peregrino y fabulador. Decía que su decisión de irse a París fue producto de un accidente. Contaba que, un día, estando en México, saliendo del cine tropezó con la pierna de un hombre. En el acto se encendieron las luces y descubrió que el hombre tenía una pierna de palo. Cruzaron unas palabras. Hicieron amistad. El cojo le contó que era representante de un ballet sobre patines que iría a Francia al día siguiente. Le propuso que se fuera con él, y Salazar decidió irse a París.
Es muy probable que la historia no sea verdadera. Lo cierto es que Salazar se largó a Europa. Un tramo en barco, y otro en tren, en los días de Navidad del año 1922. Allí aprendió a hacer con cada personaje una “narración”. No buscaba crear efectos cómicos, sino producir seres con "extravagancia espiritual”, escribió. Expuso sus caricaturas en el Salón La Araña junto con Marc Chagall y Tsuguharu Foujita. Como en una especie de mantra cubista, repetía: “Yo creo que si una persona es larga y las demás la ven redonda, no importa que la hagamos cuadrada”.
Según sus memorias, Toño conoció a Picasso ese mismo año, en Montparnasse. “Este hombre tenía para mí cuatro ojos como los gatos. Debía buscarle mil rostros”, recordaba Salazar. El pintor malagueño fue uno de sus modelos favoritos a lo largo de su carrera. (No el único. Hizo decenas de caricaturas y estudios sobre Alfonso Reyes, César Vallejo y Porfirio Barba-Jacob).
Los bocetos colgados en el MARTE expresan su búsqueda incesante por captar la cambiante alma de Picasso. Hay que verlos. Están realizados sobre papel corriente. Algunos se forman con diferentes pedazos de papel sobrepuesto (collage) y emanan carácter y ternura.
Salazar fue parte de la revolución del arte del siglo XX. Una revolución que tuvo a Picasso como uno de sus comandantes. Ahora los dos hacen guardia, por unos días, en un recodo del planeta MARTE.
Ilustración: Caricatura de Pablo Picasso, por Toño Salazar
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