Gar-Anat está situado en la Alhambra, en la vieja Granada. "Aquí descansan los peregrinos y abrevan las caravanas. Desde aquí se divisan Roma, Venecia, Ítaca, Jerusalén, El Cairo, Damasco, Tombuctú…", dice el panfleto colgado en su sitio Web. Este es un hotel para peregrinos, al que me he asomado por unos pocos instantes de la mano de la poeta Claribel Alegría.
Estuve en Managua la última semana de mayo y, como ya es costumbre, fui a buscar a Claribel para hablar de la poesía, el amor y los amigos, de la arrogancia del poder y la fragilidad de la vida. Acaba de cumplir 86 años y se encuentra a todo dar, gozando del afecto de sus hijos y amistades. Su mayor éxito es personal: vive cada momento con intensidad. Después de los rones, mientras esperábamos el taxi que la llevaría a ella a una cita con el dentista y a mí al hotel, en tono confidente me dijo que quería compartirme dos noticias.
Entramos a su pequeño estudio, limpio y ordenado. Me invitó a ocupar su silla, frente al ordenador y, con habilidad, accedió al sitio web del Hotel Gar-Anat. Leo que han bautizado con su nombre una preciosa estancia, situada entre otras dos que llevan, una, el de su amigo Ítalo Calvino, y, la otra, el de su admirado Constantino Cavafis.
Los propietarios del hotel le tenían reservada esta sorpresa cuando supieron que llegaría a Granada, en ocasión del Festival Internacional de Poesía, fecha que coincidió, por un azar, con la de su cumpleaños. A los interesados, les transcribo la dirección electrónica del hotel, para que conozcan la estancia dedicada a una de nuestras más reconocidas voces: http://www.hoteldeperegrinos.com/.
Pero la mejor noticia se la reservó para el final. Me cuenta que sus papeles personales fueron adquiridos, apenas unas semanas atrás, por la Universidad de Princeton, una de las más prestigiosas del mundo. Para culminar la compra, vino a su casa un especialista que evaluó, clasificó y empacó cuidadosamente los archivos de toda su vida. Así, lo que hasta hace solo unos días eran solo recuerdos ahora constituyen un tesoro universal.
Sus manuscritos, fotografías, libros autografiados por otros autores y cartas personales, han pasado a integrarse a una valiosa colección que incluye papeles de Lewis Carroll, Osip Mandelstam, T.S. Eliot, Robert Louis Stevenson y Woody Allen; y de latinoamericanos como Guillermo Cabrera Infante, Julio Cortázar, José Donoso, Silvina Ocampo y Mario Vargas Llosa, entre otros. Allá va Claribel, en su avioneta de papel, a vivir a la biblioteca de Princeton, en medio de todos esos grandulones.
Unos pocos días después de la adquisición por parte de Princeton, Claribel recibió un pedido de nuestro amigo Carlos Henríquez Consalvi para que donara sus manuscritos al Museo de la Palabra y la Imagen de nuestro país. "Tuve que decirle que no, con mucho pesar", se excusa.
Me dice: "Sin mis papeles me he quedado como desabrigada... Apenas guardé para mí unas cartas de Bud" (Darwin Flakoll, su marido). Pero pronto se repone y me dice con una enorme sonrisa: "¿Qué te parece todo esto? ¿No crees que soy una mujer afortunada?". Le tomo las dos manos. Mirándola a los ojos le digo que me parece extraordinario, y la abrazo. La lluvia ha recomenzado a repicar en el tejado. Es Agatha, la primera tormenta del año. Si no fuera porque el taxi ha llegado, le hubiera pedido que nos tomáramos otro ron.
Foto: Claribel Alegría en Ciudad Darío, Nicaragua, en: Margaret Randall
(Publicado en La Prensa Gráfica, 10 junio 2010)
Hermoso!!! Dos noticias realmente maravillosas. Brindo por Claribel: por su paso y cariño por estas tierras.
ResponderEliminarVivir es morir y viceversa! Alegria es: la laguna de cristalinas aguas que todavia se avapora y sigue buscando ser agua fresca. 86 mas se le desean a pesar que haya optado por ir a otro lugar.
ResponderEliminar:) Fascinante.
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