miércoles, junio 10, 2009

Novelas que despiertan amores y odios

María Tenorio

Hace unos días leímos y discutimos en mi clase de literatura la novela corta La virgen de los sicarios del colombiano Fernando Vallejo. No pudimos evitar comparar, con la de nuestro país, la realidad de violencia que se narra en el periplo del narrador por su natal Medellín. Los asesinatos a sangre fría, sin aparente razón, ocurrían en las páginas del relato así como en las de los periódicos salvadoreños. Un mundo mayormente masculino donde las pasiones se expresan a tiros y vuelve trizas la seguridad ciudadana.

El tono de La virgen, mordaz y cínico, pero muy lúcido, también nos llevó a otra asociación con lo conocido y cercano: El asco de Horacio Castellanos Moya. La mayoría de mis estudiantes habían leído este breve pero sustancioso memorial de agravios de Edgardo Vega, un salvadoreño que ha renegado de su país y ha hecho su vida en Canadá como profesor de historia del arte. Una historia, para más coincidencias, semejante a la del mismo Fernando Vallejo que desde 1971 se autoexilió en México, donde ha hecho toda su producción creativa en cine y literatura.

La agresividad con que los dos textos arremeten contra instituciones que, a la mayoría de los mortales, ofrecen seguridades vitales provoca en los lectores reacciones encontradas. La virgen de los sicarios descarga su arma retórica contra la música popular, los políticos, los pobres y la iglesia católica. Por su parte, El asco se deja ir contra la cerveza Pílsener, las pupusas, los cocteles de conchas, los hermanos maristas, la clase media y los "chupaderos". En mi clase se armó claramente un mapa de filias y de fobias.

En cuanto a La virgen hubo quienes se quejaron de que la lectura les incomodaba demasiado por involucrar relaciones homosexuales entre un hombre mayor y un adolescente. A otros les pareció de arrogancia excesiva el narrador por creerse dueño de la verdad y no aceptar críticas. Pero hubo quien me dijo que había entresacado una frase del libro para ponerse como "nick" en su cuenta de Facebook y que le encantaba el tono vallejiano. Otro estudiante no se quitó la expresión de agrado del rostro cuando oía a sus indignados compañeros.

Respecto de El asco --que no leímos en este curso, pero que los alumnos comentaron--, las posiciones fueron semejantes. Hubo quien quiso descalificar al autor por ser hondureño. Otro estudiante sacó a la luz una teoría conspiratoria según la cual Moya escribió esta novela con el perverso fin de que los salvadoreños lo odiaran, lo amenazaran de muerte y así poderse acoger a un programa para escritores perseguidos. Y otro dijo que, aunque cayera mal, todo lo que decía en el libro era verdad. Una alumna que se sintió fuera por desconocer la obra se fue con el propósito de leerla.

La discusión me pareció muy rica. Como con pocas obras literarias, mi clase estaba muy animada, peleándose la palabra, atreviéndose a comentar, tomando posición. Estos libros provocadores e iconoclastas les hablan a estos jóvenes veinteañeros, les transmiten mensajes con sentido. Comprobé que El asco se ha constituido, 12 años después de su publicación, en referente de las letras salvadoreñas finiseculares. Me atrevería a decir que es la obra literaria salvadoreña contemporánea más conocida y más leída (remítase al número de reimpresiones que lleva en la editorial Arcoiris). La virgen de los sicarios me sorprendió gratamente con su éxito entre los que la amaron y los que la odiaron.

Ilustración: René Magritte

2 comentarios:

  1. Dos libros que me encantan. ¡Qué envidia de clase!

    ResponderEliminar
  2. Anónimo1:44 p. m.

    Huy, uno no es el mismo después de esos dos. Como dice Nadie, con mayúscula inicial, también "me encantan". "El Asco" lo leí hace unos cinco años. "La virgen" hace poco, meses, creo. Recuerdo que iba hacia mi trabajo -doy clases de expresión plástica a niños- cuando me topé con las páginas más desgarradoras del libro, cuando Fernando (que hasta ese monento no ha sido revelado su nombre) y Alexis tratan de salvar al perro que se ha estancado en un lodazal, cuando pierde toda esperanza (si es que la tenía) en este mundo, cuando, al siguiente día matan a Alexis. Me impactó tanto que no pude estar alegre en la clase dibujando soles y árboles y pintando con las manos...

    ResponderEliminar