miércoles, febrero 15, 2012

¡Arde, Granada!

Miguel Huezo Mixco


Granada, en Nicaragua, arde de palabras. Esta semana se han congregado en aquella ciudad ubicada en la ribera del Gran Lago Cocibolca, unos 120 poetas de más de medio centenar de países. El Festival, uno de los más importantes de América, rinde homenaje al genio de Carlos Martínez Rivas, un solitario empedernido.

Martínez Rivas (1924-1998) comenzó su carrera literaria a los 18 años con la publicación de su poemario “El paraíso recobrado”. Su obra cumbre, “La insurrección solitaria” se publicó en México en 1953. Fue una edición casi desconocida. Muchos ejemplares quedaron guardados y se pudrieron, o fueron devorados por la polilla, cuando el poeta se fue de Nicaragua a Los Ángeles a trabajar como empleado de oficina.

Aquel libro, en cuyo título anunciaba su postura vital, le haría decir a Octavio Paz: “A diferencia de otros rebeldes, Martínez Rivas no quiere ser dios, ángel o demonio; si pelea, es por alcanzar su cabal estatura de hombre entre los hombres”. Añadiendo: “Su rebelión es contra lo inhumano. La rebelión solitaria es legítima defensa, pues ahí, enfrente, actual y abstracta como la policía, la propaganda o el dinero, se alza --y cita uno de los versos del nicaragüense-- ‘La ola de la Tontería, la ola/ tumultuosa de los tontos, la ola/ atestada y vacía’”.

Desde ese su agujero de escorpión, a ratos inhóspito y venenoso, a ratos sublime, Martínez Rivas construyó en medio de largas pausas su obra poética. En sentido convencional, es autor de dos poemarios. El tercero lo construyó con los fragmentos de la cristalería que tiraba en sus frecuentes estallidos de genialidad: textos dispersos, publicados en revistas y periódicos, pero concentrados y perfectos, como los calificó Jorge Eduardo Arellano.

Si me tocara vivir en un satélite lejos del planeta, o en una isla solitaria en medio del mar, y pudiera llevar conmigo no un libro sino solo un poema, traería conmigo “La puesta en el sepulcro. Decimocuarta estación”. Es este un texto de amor impregnado de arrebato, dolor e intensidad como pocos en el mundo. Se dice que le tomó treinta años de su vida ponerle fin. En este poema de 71 líneas que, como un bolero, comienza diciendo “Cuando ya no me quieras”, Martínez Rivas postula el amor como una experiencia azarosa, cuya riqueza reside en su intermitencia y fugacidad.

Con una puesta en escena precisamente de ese poema, seguido de un concierto de Katia Cardenal arrancó --leo en Internet-- el pasado fin de semana el Festival que pone en el aire el nombre de uno de los más grandes poetas de la lengua española. La escritora Gioconda Belli, a nombre de la junta directiva del Festival, tuvo a su cargo las palabras de bienvenida: “Hay pocas cosas que celebrar en el mundo en estos días. Mientras nosotros, aquí reunidos, nos aprestamos a sonreírle a la palabra y celebrar sus posibilidades”.

Gioconda agregó: “Nuestro oficio no es rentable, ni siquiera es popular como el cine, el rock, el baile, los chats y todas esas otras formas de comunicación. Sin embargo es un
oficio terco, un oficio que, pese a no tener fines de lucro y ser ajeno a los mercados, sigue cosechando adeptos en todas partes del mundo. Miren si no, este Festival que hoy iniciamos”.

En el marco del evento, la tarde de este jueves 16 de febrero, en el Convento San Francisco, de Granada, hará su lectura el poeta Derek Walcott, autor de “Omeros”, y Premio Nobel de Literatura 1992. La hoguera de la poesía arde en Granada.

(Publicado en La Prensa Gráfica, 16 de febrero de 2012)

Foto: Carlos Martínez Rivas

1 comentario:

  1. Buen blog, tigre!
    Felicitaciones

    Carlos Martínez Rivas y la poesía de cada sábado, poemas cotidianos que ahora podrían ser de "apelación de origen" como el buen vino hecho verbo

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