
Desde julio de 2009 es el embajador de México en El Salvador. Además de sus misiones en numerosos países del mundo, ha sido Representante permanente alterno ante la Organización de las Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial (ONUDI), y Ministro para asuntos económicos en la Misión permanente de México ante la ONU. Con todo, Leandro Arellano es la contracara del funcionario internacional frívolo y ocioso.
Conocí a Leandro por intermedio de un amigo común, el maestro Hugo Gutiérrez Vega, poeta, dramaturgo, diplomático y director del conocido suplemento La Jornada Semanal, de Ciudad de México. “No te separes de Leandro”, me mandó decir. Y así ha sido. Desde su llegada al país hemos intercambiado libros y celebrado amenas conversaciones sobre literatura y la actualidad política.
Dice Gutiérrez Vega que “Leandro Arellano es uno de esos viajeros inteligentes e informados que se involucra con lo que sucede en los países donde vive y sabe las maneras justas de amar a una ciudad y un país, con la distancia exigida por sus tareas diplomáticas y la cercanía necesaria para cumplir su función de testigo y de escritor”. En efecto, Leandro conoce cada vez mejor a este país no solo desde la perspectiva política sino también desde sus artes y letras. Además, ha reinaugurado el Centro cultural de su embajada con actividades que han tenido excelente convocatoria.
Añadiré unas palabras sobre sus libros. “Los pasos del cielo”, su más reciente publicación, nos ofrece una serie de crónicas sobre su estancia en varios países de Europa y el Oriente. Su texto Drácula de sangre y hueso, mi favorito, es un ejercicio de erudición que nos interna en el mundo del más célebre de los vampiros. “Guerra privada” consta de trece relatos. El cuento que le presta nombre al volumen trata sobre las labores de un grupo de soldados de fortuna y revela, a través de una trama impecable, la brutalidad de la guerra.
Nuestro amigo acaba de pasar por una terrible experiencia personal. En las primeras horas de la mañana del sábado 5 de febrero, mientras se ejercitaba, fue arrollado en la calle El Mirador de la colonia Escalón por una camioneta Mercedes Benz conducida por un joven cuya identidad ha sido mantenida hasta ahora en total secreto.
Leandro fue llevado de emergencia, manando sangre del rostro, a un centro privado, e ingresado de inmediato a una unidad de cuidados intensivos donde permaneció por una semana. En el momento del accidente Leandro se encontraba preparando la visita del gobernador de Chiapas Juan Sabines Guerrero, quien pidió perdón público por las numerosas violaciones a los derechos humanos que sufren los migrantes salvadoreños que cruzan el territorio mexicano. Si de algo sirve ese gesto, sin duda que algo le debe al trabajo del embajador Arellano.
Leandro Arellano es un tipo fuerte y entusiasta que sabe bien que en la vida es necesario tirar los dados cada día. En esta ronda le tocó la parte más dura. Pero no hay duda de que saldrá exitoso de la prueba que ahora atraviesa.
(Publicado en La Prensa Gráfica, 17 de febrero de 2011)