miércoles, mayo 13, 2009

Con los indígenas en Otavalo

Miguel Huezo Mixco

El pasado 3 de mayo asistí por casualidad a la celebración de la victoria electoral del alcalde indígena Mario Conejo, en el cantón Otavalo, al pie de los Andes ecuatorianos. Unas 200 personas, incluyendo al propio alcalde, bailaban y bebían ron a la luz de los faroles del alumbrado público. El licor circulaba de mano en mano en pequeños vasitos plásticos y todos abrazaban efusivamente a propios y extraños. Allá, la influenza H1N1 era solo un peligro lejano. La verdad es que el traguito cayó bien para el frío de la noche, y la bailadita ayudó a desentumecer los huesos.

Heredero de una cultura milenaria, anterior a la de los Incas, mundialmente famoso por su espectacular paisaje y sus creaciones artesanales, Otavalo es ahora un gran laboratorio de transformaciones sociales y culturales. Está muy lejos de ser la típica estampa postal del plácido pueblecito al pie de los picos nevados.

Mi primera impresión fue un poco confusa. Lo confieso: esperaba encontrame una versión andina de Antigua Guatemala. Al bajarnos del autobús fuimos recibidos por la música estridente que salía de los automóviles conducidos por jóvenes indígenas. En lugar de la esperada arquitectura colonial encontramos numerosos pequeños palacios de cemento con puertas de hierro. Muchas de las residencias o almacenes en la zona comercial tienen grandes ventanas de vidrios azules, parecidas a las casas de los migrantes exitosos de numerosos poblados del oriente de El Salvador.

Allá se está produciendo una mezcla cultural insólita. En la Plaza de los Ponchos uno se encuentra con tapices y textiles, máscaras, pulseras y trajes de gran belleza y colorido. Existen no pocos almacenes destinados a la venta de los vestidos típicos de la mujer otavaleña, al lado de butiques donde se venden cosméticos y ropa "occidental". No todo lo que se mira en las ventas es hecho en Otavalo y sus alrededores. En las tiendas se encuentran también artesanías bolivianas y guatemaltecas, y hasta juguetes chinos.

Para el alcalde Conejo, la cultura otavaleña tuvo un cambio drástico en 1996 cuando los kichwas presentaron por primera vez a una candidata a reina de belleza. En ese momento, muchos reaccionaron con espanto. Las cosas han ido cambiando. Ahora, la mayor parte del casco urbano, incluyendo casas, hoteles y establecimientos comerciales, es propiedad de indígenas. Y estos contrataron mano de obra mestiza para construir sus casonas.

En una entrevista publicada en www.otavalo.com, Conejo explica que todo esto es un fenómeno que sacude a una sociedad “que todavía no alcanza a entender esta desgracia de que los indios comienzan a vivir al lado mío”. Descendiente de una familia de artesanos y comerciantes, Conejo participó en su juventud en las luchas revolucionarias por la tierra. Estudió sociología y está casado con una mestiza. Para Conejo lo que está pasando en Otavalo ha roto los “esque­mas del indio tonto, el indio bruto, el indio ignorante, el indio incapaz, el indio ladrón”, fortaleciendo la autoestima y la identidad indígena.

No todos lo miran así. Un funcionario del Ministerio de Cultura ecuatoriano, indígena y con preparación universitaria, nos habló de su estupor cuando descubrió que su hijo puso a un lado la zampoña que aprendió a tocar en la escuela y se hizo fan de los Jonas Brothers. Los quichuas, sin renunciar a sus arraigadas tradiciones, se han convertido en un punto de encuentro de las hibridaciones del siglo XXI. Esta breve visita al mundo ancestral de Otavalo resultó ser un inesperado viaje al mundo del futuro.

(Publicado en La Prensa Gráfica, 14 de mayo de 2009)

Imagen: colección de Oswaldo Guayasamín, La capilla del Hombre, Quito.

4 comentarios:

  1. Anónimo12:18 p. m.

    gracias de nuevo por el envio de su blogg. me gusta siempre recibirolo,.
    es un gusto leer a don Miguel ese viaje y dar cuenta de la périda de las raíces, que se esta dando por doquier.
    cuiando los indios de otabalo compren losncuadros de guayasamin, de seguro no les van a gustar
    Danilo Mora Parada

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  2. No sé si no les van a gustar, pero creo que a algunos de esos eventuales compradores de arte les hará memoria de su pasado

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  3. Anónimo9:53 a. m.

    hay gente que se baja del bus y quiere con una mente todavia colonizada, no alcanza a entender como un pueblo indio rompe los esquemas y ante su ignorancia su primera hipotesis es la perdida de identidad, soy indio, de otavalo, uso mi traje en ocasiones especiales y uso jeans para el diario no dejo de ser indio, por suerte se lo que soy y estoy orgulloso, el mismo orguloo que transmito a mis hijas

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  4. Sí, señor, Otavalo es un gran laboratorio de transformaciones sociales y culturales

    Miguel

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