miércoles, junio 20, 2012

¿Dónde alivian ellas sus necesidades?


María Tenorio

Hace unos días vi a una niña que, ayudada por su madre, se disponía a activar sus esfínteres en una acera de Santa Tecla. No es una escena demasiado frecuente la del trasero descubierto de una criatura en plena calle, pero es entendible. Sobre todo si caemos en cuenta de que nuestras ciudades, por regla general, carecen de servicios sanitarios públicos en puestos de alto tránsito de peatones. ¿Dónde orinan y defecan las personas que trabajan en la calle, todos esos salvadoreños urbanos que viven de la rebusca, todos esos que son elevados a “símbolo” de la nacionalidad?

Me dispongo a presentar, en los próximos párrafos, los resultados de una encuesta imaginaria, no realizada. El instrumento se aplicaría a tres decenas de personas, entre las edades de 18 a 70 años, de ambos sexos, que laboran en dos zonas abiertas de la ciudad de San Salvador, a saber: los alrededores del Mercado Central capitalino y el cruce de las calles San Antonio Abad y avenida Bernal.

La mencionada encuesta confirmaría, con el sector masculino de esa población móvil, lo que usted y yo hemos visto: ellos irrigan muros, postes, árboles, canaletas, montarrascales, aceras... lo que sea. “Me coloco de espaldas a la calle y ahí mismo orino. Asunto arreglado”, diría un joven vendedor de 23 años que trabaja en los alrededores del Mercado Central de San Salvador. “Desde chiquito me acostumbré a orinar discretamente en la calle”, dice un caballero de 50 años que vende accesorios para celular en el semáforo de la avenida Bernal y la San Antonio Abad.

Ahora bien, cuando fantaseo las respuestas de las mujeres encuestadas, mi inventiva se convierte en signos de interrogación. (No es posible la discreción cuando para vaciar el vientre hay que dejar al descubierto una parte del cuerpo que debe estar siempre vestida. Las mujeres corremos con una enorme desventaja frente a los hombres en estos asuntos. Lo nuestro requiere de aislamiento. Imagínense que en vez de la niña con que inicio esta columna hubiera visto a una mujer adulta; sin duda habría pensado que la pobre estaba loca.)

Sigamos con la encuesta. A diferencia de las respuestas masculinas, que apuntarían a la calle cuando de orinar se trata, las mujeres dirían que acuden a diversos lugares para vaciar la vejiga o los intestinos. Una mujer de 60 años que vende aguacates y limones me explicaría que acude al servicio pagado del interior del Mercado Central, mientras la señora del puesto vecino le cuida la venta. “Tengo que subir muchas gradas y andar unos 10 minutos para llegar, pero es la opción más aseada, figúrese usted”, me diría.

“Como mi hermana trabaja en una pupusería aquí cerca”, apuntaría una vendedora de frutas en la Bernal, “ella consigue que me alquilen el baño cuando necesito”. “¿Ve usted allá atrasito?”, señalaría una señora con su índice derecho el muro medio derruido de una antigua casa, “pues allá huele fuerte porque ahí vamos muchas de las que trabajamos en este lugar”. “En ese parqueo público hay un servicio, si es que a esa pocilga se le puede llamar así”, diría una vendedora de pescado cuyo puesto queda afuera de la tienda Morena, frente al mercado.

Los resultados de la encuesta imaginaria mostrarían que, al carecer del mencionado servicio público de forma institucionalizada, la capital resulta poco amigable e incluso cruel con los salvadoreños que se ganan la vida en sus calles, ofreciendo productos de todo tipo. Esta carencia, tan antigua como las ciudades mismas, se vuelve más crítica en tanto más crecen y “se desarrollan” los núcleos urbanos.

Fotografía: "Trono", por Miguel Huezo Mixco

Revistas electrónicas

Miguel Huezo Mixco

El fin de la publicación en papel de la respetada Enciclopedia Británica, hace solo tres meses, fue la mejor manera de anunciar la llegada de una nueva era en las publicaciones. Jorge Cauz, presidente de la compañía, en una entrevista para The New York Times, advirtió: “Esto pondrá tristes y nostálgicos a algunos, pero ahora tenemos una herramienta mejor”. Cauz hablaba de Internet.

La Británica se publica ahora en la red. Esto no solo abarata sus costos de producción (la versión impresa costaba unos US$ 1,400 dólares; por la versión en línea se pagan US$ 70 dólares anuales) sino que también permite actualizarla constantemente. Algo está pasando cuando una venerable publicación con más de 240 años de existencia decide ponerle fin a una tradición hermosa pero inútil.

El tema viene al caso en El Salvador. La revista “Cultura” tiene medio siglo de existencia. En los últimos años se ha vuelto irrelevante en la vida cultural del país. Apenas se vende. No está en librerías. Las personas con el poder de decidir sobre su futuro tienen en sus manos una extraordinaria oportunidad. Una transformación de este tipo no debiera verse con aprensión. El paso del formato impreso al electrónico requeriría concebir y desarrollar un nuevo producto adaptado a las características propias de las publicaciones en línea. Esto debiera ser visto como la continuidad de la publicación impresa. Estoy seguro que una iniciativa como ésta contaría con el apoyo y la atención de numerosos lectores y colaboradores por todo el mundo.

Las ventajas de hacerlo son muchas. Una revista en línea se produce de manera más rápida, fácil y barata. Una buena base de contactos facilita su distribución de manera instantánea. La web ofrece oportunidades para equipos editoriales con recursos limitados, dispuestos a trabajar en red. En mi columna anterior hablaba de las transformaciones experimentadas por los libros. Veamos algunos ejemplos de revistas.

Uno de los fenómenos más atractivos es Orsai, una revista literaria trimestral libre de publicidad que ha impulsado un método de distribución “basado en el boca a boca e Internet”. Publica creación literaria, entrevistas, cómics y fotografías. Se imprime en tiradas limitadas, pero su fuerte es la versión para Internet, que es leída por millares de personas. Hernán Casciari, su director, sostiene un credo muy simple: hacer un medio de comunicación humano y honesto, que dé ganas de leerlo.

La revista digital FronteraD, publicada en España bajo la dirección del periodista Alfonso Armada, tiene entre sus axiomas: “El respeto a la inteligencia del lector y el estímulo de su curiosidad”. Un grupo de artistas visuales subastaron obras y donaron el dinero para ayudar a la fundación de la revista. La crónica periodística es su plato fuerte, pero también ofrece ensayos sobre ciencia además de una cuidada sección de poesía.

El escritor Sergio Ramírez dirige la revista Carátula, un sitio de referencia sobre literatura centroamericana. Se publica mensualmente en Managua. Carátula es un ejemplo de lo que puede hacerse con recursos básicos, toda vez se tenga una línea editorial muy clara y se cuente con una red de colaboradores. La revista en línea publica narrativa, poesía, cine, entrevistas. Con ocasión de los 50 años de vida literaria de su director ha convocado al Certamen de Cuento Breve 2012.

Las tres publicaciones citadas han hecho una apuesta clara por Internet. Sus editores han sabido encontrarse y fortalecer redes de escritores, periodistas, artistas y, sobre todo, lectores, creando propuestas originales e innovadoras. Como dijo Jorge Cauz, “ahora tenemos una herramienta mejor”. Solo se necesita un poco de coraje para desapegarse de lo inútil.

Ilustración: Duro como piedra, por Ann Pajuväli

Publicado en La Prensa Gráfica, 21 de junio de 2012)

miércoles, junio 06, 2012

Publicar la tarea en la web


María Tenorio

Situémonos en la clase de redacción, en el primer año de universidad. Un grupo de alumnos producirá un paquete de textos en torno a un mismo tema. Dispondrá de varias semanas para pensar en un concepto de publicación, para escribir y editar los escritos, para hacer o escoger fotos o videos. Puede montar una revista, un blog, un sitio web, una cartelera, lo que se le ocurra. ¿Qué plataformas virtuales gratuitas puede usar para presentar su trabajo? Existen, entre otros, tres tipos de espacios que se pueden construir fácilmente: sitios web, blogs y plataformas de curaduría de contenidos.

(1) Los sitios web, en su sentido más “clásico” consisten en una colección de páginas que comparten un dominio y que se organizan jerárquicamente (hay unas más importantes que otras). Aquí tengo dos recomendaciones de plataformas: Wix y Google Sites.

El primer servicio permite montar, de manera intuitiva, el propio sitio web sobre una plantilla  preexistente, vistosa y sencilla, con sistema Flash. Si bien el perfil de los sitios Wix es promocional, la plataforma es adaptable para la educación. Según Kelly Tenkely, ha resultado fácil y emocionante para sus estudiantes montar un sitio web en Wix, tanto que siguen trabajando en la tarea aunque no se les exija.

La segunda plataforma, Google Sites, es un poco menos amigable, pero cuenta con plantillas para “Escuelas y educación”. Permite organizar una página de inicio variada, donde se van actualizando los contenidos de las distintas páginas web. Este servicio está integrado con otras funcionalidades de Google, tales como documentos de Google y Google Calendar. Para mí, que soy “gugleana” a morir, es ideal aunque no sea tan atractivo y dinámico como Wix. De hecho, lo estoy usando para mi sitio web de clase actual.

(2) Los blogs permiten publicar textos en chorrera, uno encima de otro, organizándolos mínimamente con etiquetas y pestañas. Son menos estructurados y complejos que los sitios web. Su uso en la educación está ampliamente documentado. En ciclos anteriores he asignado como tarea grupal el montar un blog y he quedado contenta con los resultados. Los muchachos despliegan su creatividad y ponen cuidado no solo en lo que escriben sino en cómo lo presentan. Dos servicios sugiero para crear un blog: Blogger y Wordpress.

Blogger está asociado con Google, pero no me ciega la pasión. Ahí está montado Talpajocote, que mantengo desde hace casi 5 años con Miguel Huezo Mixco. Blogger es un servicio amigable, que permite montar un blog atractivo y variado. Pero, si hoy me tocara escoger, me inclinaría por Wordpress: su caja de herramientas es mucho más organizada y el resultado final es más nítido. Como ejemplo les dejo 1001 trópicos de Mildred Largaespada.

(3) Las plataformas de curaduría de contenidos son una de las últimas tendencias en el mundo digital. Están orientadas a publicar, en una página web que semeja una cartelera, materiales que uno selecciona cuidadosamente (“cura”) de otros sitios web y comparte con sus lectores a través Facebook, Twitter u otras redes sociales. Me refiero a servicios como Scoop.it y Pinterest.  

Scoop.it permite crear una cartelera (“topic”) en la que uno cuelga distintos materiales, ya sea tomados de otros sitios web o producidos por uno mismo. Aquí les dejo “Autores de Centroamérica” y Escribir, editar, corregircomo muestra. El resultado es una suerte de blog arevistado. Para los efectos de la tarea de que hablo aquí, se puede forzar Scoop.it para publicar contenidos propios, por qué no.

Considerado como una red social, Pinterest ofrece una forma visual de coleccionar y compartir contenidos de la web. El usuario escoge fotos de otros sitios web y los organiza en las carteleras que ha creado. Como ejemplo les presento mis pizarrones. Si bien Pinterest es mejor amigo de lo ajeno, se puede adaptar para compartir materiales propios y, por tanto, sería aprovechable para el trabajo académico en cuestión. Bastaría con organizar varios escritos breves, con una imagen distinta cada uno, en una o más carteleras.  

He ofrecido algunas opciones, gratuitas todas y de uso intuitivo, para publicar un trabajo grupal en internet. El uso de nuevas tecnologías para la educación es como un polígono infinito que no cesa de desplegar nuevas facetas. Basta explorar la web para darse cuenta de que los profesores y los estudiantes alrededor del mundo emplean los recursos tecnológicos de mil maneras distintas. 

Ilustración: Sin título, por Denali

Libros: maravillas por venir



Miguel Huezo Mixco

Los libros no están desapareciendo. Al contrario, su familia se ha hecho más extensa. Los libros electrónicos son los parientes recién aterrizados. Pero hay más. A modo de ejemplo les contaré sobre las mutaciones que han experimentado las obras de Edgar Allan Poe, Octavio Paz, y de Stan Lee y Jack Kirby, publicados como programas informáticos (conocidos como “apps” o aplicaciones) para dispositivos iOS de Apple.

1. El célebre Edgar Allan Poe (1809-1849) está contenido en la aplicación iPoe, realizada por Play Creatividad, en donde ilustraciones, música e interactividad complementan sus narraciones “El retrato oval”, “El corazón delator” y “La máscara de la muerte roja”. La aplicación pretende acercar al gran autor norteamericano a un público juvenil, proponiendo una ambientación de estilo gótico, donde no faltan tumbas ni cuervos. La interactividad que ofrece, sin embargo, resultará muy básica para quienes estén familiarizados con aplicaciones más veloces y trepidantes que permiten la interacción entre múltiples usuarios en forma simultánea.

El iPoe ofrece versiones escritas y narradas de los cuentos citados en idiomas español, inglés y francés. También incluye un portafolio de los bocetos de los dibujos realizados por David García para esta publicación.

2. Conaculta y el Fondo de Cultura Económica, de México, han realizado una aplicación gratuita que tiene como eje el poema Blanco, de Octavio Paz (
1914-1998). La “app” contiene el poema completo, con su singular composición tipográfica, además de una bien escogida colección de comentarios, ensayos, partituras musicales, bibliografía y fotografías. Integra una selección de ediciones del libro y de otras obras esenciales para la comprensión del poema de Paz, entre las que se encuentra una versión facsimilar de “Un tiro de dados jamás abolirá el azar” (1897), del puño y letra de Stéphane Mallarmé. Otra de sus secciones presenta comentarios en video, incluyendo una conversación entre Ramón Xirau, Diego García Elío y Eliot Weinberger.

Esta aplicación no solo permite aproximase al poema desde muchos ángulos, sino que lo convierte en un nuevo tipo de “libro-objeto”. La edición es limpia, minimalista e intuitiva. El usuario no necesita instructivos para adentrarse en la lectura. La curaduría de este paquete estuvo a cargo de Marie-José Paz, la viuda del poeta, y de Enrico Mario Santí. Me atrevo a decir que esta herramienta electrónica hizo posible, por fin, la ambición de Paz de que su poema se leyera “como una sucesión de signos en una página única”. Una “app” como esta permite vislumbrar las maravillas por venir en el mundo del libro.

3. Las obras de Stan Lee y Jack Kirby, autores de la saga Los vengadores (The Avengers), recientemente llevada al cine, ya se encuentran vaciadas en una extensa oferta de “apps” que evocan el estilo de los “paquines”. Para el caso, el paquín electrónico “Iron Men: Mark VII”, publicado por Loud Crow Interactive, ofrece al lector-usuario una serie de mandos que permiten escuchar la narración y los sonidos de los fieros combates que libra Tony Stark (verdadero nombre de Iron Man) en las montañas de Afganistán.

La era digital está moldeando el presente y el futuro de los libros. Michael Agresta, en su artículo “¿Qué será del libro de papel?”, publicado en Slate, sostiene que el paso de los libros a la era digital, si bien ha sido relativamente lento, es inevitable. Agrega: “En muchos sentidos, esta es una buena noticia”. Como lo prueban los tres ejemplos aquí presentados, las nuevas tecnologías “darán lugar a posibilidades poéticas, retóricas y narrativas inimaginables”. La cultura literaria, que por siglos se ha definido a través de los libros de papel, ya no volverá a ser la de antes.

(Publicado en La Prensa Gráfica, 7 de junio de 2012)