sábado, enero 12, 2008
Visita a dos ciudades de la mano de Carlos Cortés y Rodrigo Fresán
María Tenorio
1. San José sin máscara
Si esa ciudad un día fue ordenada, cuadriculada, todo bajo control, eso ya quedó en el olvido (¿o fue una simple farsa?). La ciudad vive varios planos a la vez, se sobrepone a sí misma, es una, son dos, es una ciudad múltiple. Una cruz la mira desde arriba, pero también desde abajo y desde adentro. Es la ciudad de la cruz de olvido.
Una ciudad que se vive de noche, donde corren mares de licor, abundan los travestis, las putas y, por supuesto, los usuarios de todos los servicios que se ofrecen en el mundo de los antros, bares y conexos. Ciudad de túneles y espacios oscuros, sombríos, donde apenas se ven los perfiles de los ciudadanos, y eso que aquí se trata de ciudadanos ilustres. Es la ciudad de la cruz de olvido.
San José, capital de la Costa Rica, es la gran protagonista de la novela “Cruz de olvido”, del escritor y periodista tico Carlos Cortés. Los demás protagonistas son hombres; pero no hombres de la calle, ciudadanos de a pie, son hombres de la élite, que de día dirigen un ministerio, la fiscalía, un noticiero de televisión, la mismísima casa presidencial.
“Cruz de olvido" (Alfaguara 1999) habla sobre una San José que no podemos imaginarnos, que no podíamos imaginarnos. Ciudad de chupaderos y de sitios gay, ciudad de torturas y crímenes, ciudad de perversiones y diversiones. Ciudad donde reina la locura, la ebriedad, la corrupción, el caos y el absurdo. Ciudad donde la familia es apenas un espejismo y la ambición destruye vidas por doquier.
El guía por esta ciudad des-ordenada es Martín Amador, periodista tico comprometido con la revolución nicaragüense, a quien oscuros poderes hacen regresar de Managua a su natal San José. El crimen de la Cruz de Alajuelita, donde entre otros perece un hijo de Martín, corona y da norte a este viaje de regreso que salta de la embriaguez a la goma con soltura y naturalidad.
En su recorrido, Martín nos presenta a altos dirigentes de la Tiquicia, entre ellos al Procónsul o presidente del país, que fueron sus compañeros de estudios y llevan insospechadas vidas en lo oculto de los antros de la ciudad.
El ex-revolucionario también nos presenta, aunque no sin avergonzarse, a su madre y sus tías, en un genial capítulo que, para refresco del lector, no transcurre ni de noche ni remojado en licor. También conocemos a su maestro en las lides del periodismo, otro personaje que merece varias páginas en la novela.
Una novela contemporánea y de gran actualidad, “Cruz de olvido” es digna representante de la nueva narrativa centroamericana junto a obras de Rodrigo Rey Rosa, Gioconda Belli y Horacio Castellanos Moya, entre otros. Para el crítico literario Nicasio Urbina, “es una gran novela que viene a insertarse en una creciente tradición novelística en Costa Rica, que desenmascara los mitos más sagrados de la nación y denuncia las "buenas costumbres" y la "democracia" costarricense”.
Si usted prefiere seguirse imaginando San José como la culta y ordenada capital de “la Suiza centroamericana donde nada pasa desde el Big Bang”, preferible que no lea “Cruz de olvido”.
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