Nadie puede dudar de la importancia de la publicidad en el mundo de nuestros días. Mientras las vallas nos informan sobre productos, bienes o servicios que están disponibles, sus mensajes también van moldeando la conducta de las personas. Por ello, la publicidad ha llegado a convertirse en uno de los elementos centrales de la cultura de nuestro tiempo... a menudo más influyente que la música sinfónica, el teatro o los libros de poesía.
La cultura ahora está constituida por un campo que incluye la publicidad, los medios de comunicación y el diseño, al lado de las bellas artes, las artesanías y la gastronomía. Es posible que muchos se sientan incómodos con esta idea de la cultura que contradice la arraigada noción que la ha definido como el conjunto de las actividades humanas más excelsas. La cultura ya no es lo que era para nuestros padres y abuelos. Como lo prueba un informe publicado esta misma semana por el PNUD, la cultura en El Salvador es también un sector de importancia económica, pero su aporte a la riqueza del país ha pasado desapercibida.
De acuerdo con el informe "Desarrollo humano y dinámicas económicas locales: Contribución de la economía de la cultura", en el año 2004 de cada 100 dólares del PIB nacional, 1.4 fueron generados por el sector cultural salvadoreño. Además, de cada cien salvadoreños que contaban con trabajo en ese mismo periodo, al menos uno laboraba en el sector cultural. Asimismo, el valor agregado promedio --esto es, la suma total de remuneraciones, ganancias e impuestos-- generado por un trabajador del sector cultural fue de poco más de mil dólares mensuales.
Desde luego, sus potencialidades económicas no deben hacernos olvidar que la cultura, ante todo, le otorga sentido a nuestra existencia y nos enriquece espiritualmente, además de favorecer la inclusión en sociedades fracturadas como la salvadoreña. Como en el cuadro de Las dos Fridas, se trata de procesos que se retroalimentan.
Aunque las administraciones culturales de El Salvador han asignado recursos económicos principalmente a la conservación del patrimonio cultural, a las artes y las letras, Concultura poco a poco se fue abriendo a la idea de que la cultura también puede ayudar a mejorar la salud de la economía. Las administraciones de Gustavo Herodier (1999-2004) y Federico Hernández (2004-2009) mostraron un creciente interés hacia el papel de la cultura como un motor del desarrollo. Lamentablemente, algunos documentos claves producidos en esos años, que permitirían estudiar ese proceso, no están disponibles en la Web de la actual administración cultural.
Las investigaciones sobre el papel de la cultura en el desarrollo todavía están en pañales. Para no ir muy lejos, México, un país con un enorme desarrollo en la gestión de su patrimonio y en las industrias culturales (cine y libros, para citar dos ejemplos) publicó sus primeras investigaciones sobre el tema apenas en 2004. A partir de entonces, México comenzó a analizar los mercados culturales y a definir políticas mejor documentadas para atender a los diversos públicos.
Hace unas semanas la Secretaría de Cultura del nuevo gobierno salvadoreño anunció la creación del Instituto de investigaciones centroamericanas Pensamiento y Cultura. De lo dicho por los responsables de ese proyecto es fácil deducir que ese instituto privilegiará las investigaciones históricas y arqueológicas, campos importantísimos en donde hay tanto por hacer. Sin embargo, algunos esperamos que dedique una parte de su atención a las investigaciones sobre cultura y desarrollo, en un espectro amplio que incluya las migraciones, el consumo y los medios de comunicación. Este tipo de investigaciones serán invaluables, entre otras cosas, para que las autoridades nacionales y locales diseñen políticas y programas culturales realistas.
(Publicado en La Prensa Gráfica, 10 diciembre 2009)
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Muy de acuerdo con tu texto, Miguel. Da lástima (porque eso produce) ver y moverse a autoridades locales cómo se desviven por realizar un festival gastronómico, un festival del maíz, un festival de bandas de guerra, etc. y da la impresión de que con esos festivales (piensan ellos) han rescatado todas las manifestaciones de la cultura, que alrededor de esos festivales ya no hay más.
ResponderEliminarSería interesante involucrar a los que investigamos desde lejos. Acá en Washington, D.C. existen una serie de documentos sobre nuestro país que ni allá se encuentran.
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