El centro histórico, sí. Un centro que perdió su centralidad política y urbanística pero que sigue siendo el espacio donde los capitalinos buscan su "yo" urbano. Por eso devino "histórico", histriónico, histérico. Un espacio que conmueve y despierta las imaginaciones. Un espacio vital de conversaciones y rebusca. La carga simbólica que tiene es irrenunciable para muchos salvadoreños que lo viven y lo sueñan.
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